viernes, 13 de mayo de 2016

No esconderse. No enfrentarse. Entre las ruinas, cabalgar al tigre.


El verbo que mejor se conjuga en la España en 2016 es “conllevar“. Conllevar, que no es otra cosa que soportar con cierta resignación una dolencia, una enfermedad o una tragedia, es lo único que se puede hacer, a corto plazo para soportar el paso de los días en un país en el que nunca pasa nada, y en el que la ilusión es el estadio más inmediato del desencanto.

En el imperio de la mentira y la maldad, aunque parezca imposible, cabe la posibilidad de mantenerse sano: alimentar el espíritu. Como de costumbre, mirar atrás y leer a los clásicos nos reconcilia con lo bueno y lo verdadero; aunque más o menos el 95% de la población española lo desconoce, hay una virtud en la bondad y en la inocencia. Tales enseñanzas nunca fueron patrimonio de la izquierda, entendiendo a la izquierda no como el vulgar enemigo político que es, sino como convergencia de errores humanos y voluntades equivocadas.

Desaconsejando en absoluto la doctrina de la “no-violencia” como forma de vida, creo necesario reivindicar algunas de sus enseñanza. Sobre todo en lo relativo a la estrategia casi pedagógica de conducir al adversario ideológico a la aceptación espontánea de sus errores y mentiras. La verdadera naturaleza del hombre no tiene nada que ver con los valores actuales de las sociedades demo-liberales en Occidente, por lo hay que devolver al hombre a su verdadera naturaleza, y hacerlo de forma didáctica, paternal y diríase que hasta patriarcal o hetero-patriarcalmente. Aunque considero que en lo evoliano hay mucho de burgués -ahora toca ser evolianos, lo que nunca ha de ser sinónimo de resignación o de abandono de la lucha política-, defiendo que alguna de las aportaciones de un pensador tan excéntrico como Lanza del Vasto puede sernos muy útil a la hora de gestionarnos con integridad en un mundo cada día más desintegrado.

En “Cabalgar el tigre” Julius Evola recomienda, textualmente, solo intervenir “cuando el tigre, que no puede abalanzarse sobre quien lo cabalga, esté fatigado de correr”. El propio Evola reconoce que este posicionamiento es muy similar al precepto cristiano de la denominada “no-resistencia al mal”. Para el italiano, se produce cuando “se abandona la acción directa y se retira uno hacia posiciones más interiores”, consciente de que las denominadas “fuerzas de la época” triunfan de forma excepcional, basadas en la mentira, la hipocresía o el disimulo; como veremos, la no-resistencia al mal, el pacifismo y la no-violencia no son en absoluto sinónimos.

La doctrina de la no-violencia como “forma de vida” no es patrimonio exclusivo del cristianismo: a lo largo del tiempo se ha manifestado bajo diferentes formas, desde el pacifismo utópico de los cuáqueros o del movimiento hippie, hasta la doctrina “Ahimsa” del budismo o el hinduismo, la protesta pacífica -que no pacifista- del “gandhismo” (1), los últimos escritos de Lev Tolstói o el neo-paganismo del siglo XX. De todas sus interpretaciones, la que más nos interesa, por su cercanía ideológica y por su carácter contemporáneo, es la última de todas, representada por personajes como Guénon, Eliade, el citado Evola o Lanza del Vasto; sobra decir que ninguno de estos cuatro pensadores proviene de la izquierda, sino muy al contrario, de la derecha radical o el conservadurismo más orientófilo.

La vida y obra del italiano Giuseppe Lanza del Vasto resulta interesante aquí por su defensa de la no violencia como estrategia política de consecución de objetivos a través de la justicia y la determinación: contrariamente a lo que podría parecer, la no violencia no significa desentenderse de los problemas de una sociedad, o aceptar el mal con resignación, sino de una lucha “cuyas armas son la persuasión, el sacrificio, el renunciamiento”, que ha de llevar al adversario a la “libre aceptación de su error”. La no-violencia no significa adoptar una postura derrotista, sino combatir la injusticia sin utilizar métodos injustos: “Por ser una lucha”, afirmaba el excéntrico Lanza del Vasto, “los más eficaces sostenedores de la no violencia resultan hombres de acción, guerreros convertidos a ella al comprender que los únicos triunfos permanentes y legítimos son los de la no violencia”. ¿El objetivo de la no-violencia? “Derribar una a una las justificaciones de mi enemigo, esas justificaciones que lo defienden, lo encierran y lo ciegan, hasta dejarlo solo y desnudo ante su propio juicio. La verdad hará triunfar su razón contra la de él” (2).

Fue “El reino de Dios está en vosotros”, de Lev Tolstói, uno de los libros más censurados de su tiempo, a finales del siglo XIX. El ruso, influenciado por las ideas de Proudhon –a quien llegó a conocer, en Bruselas-, el anarquismo y el singular movimiento de los “dujobores” o “luchadores espirituales” –también muy perseguidos en tiempos de la Rusia zarista-, consideraba que era necesaria una revolución mística en el inminente siglo XX, basada en el ascetismo y en la no-violencia. Asimismo, son los últimos años de la vida de Tolstói, rodeado de campesinos y viviendo en una pobreza absoluta, el mejor ejemplo de ese retiro hacia “posiciones interiores” llevado al extremo, que diría Evola. Sus últimas palabras (“Amo a muchos”), reflejan la riqueza espiritual de alguien sucesivamente decepcionado con diferentes cosmovisiones basadas en la trascendencia y en la espiritualidad, pero que llegó a comprender que detrás de cada enemigo solo hay un hombre equivocado.

A modo de testamento, Tolstói nos recuerda que nunca debemos infravalorar el poder de las palabras que emocionan y que golpean, que nos hacen temblar durante unos segundos, palabras a veces silenciosas e impresas, en otras ocasiones estruendosas y vibrantes. Cuando palabra y verdad van de la mano, el enemigo político deja de ser adversario y se convierte en hombre, o incluso en niño.

(1) A menudo acusado de pacifista, el movimiento indio de liberación de Gandhi, por ejemplo, fue capaz de generar un estado paralelo al oficial con muchas semejanzas a Hezbollah o el concepto marxista del “contrapoder”, basado en un arma política a menudo infravalorado: la persuasión.
(2) Aunque las comunidades patrocinadas por Lanza del Vasto resultaron ser una suerte de chamanismo ecuménico colindante con el Círculo de espiritualidad de Podemos, el italiano nos dejó grandes frases: “La sabiduría es una inmensa economía de dolores, de delitos y de desastres”; “Es no-violento el que apunta a la conciencia”; “Abstente de todas las organizaciones industriales, comerciales, oficiales”… Para Lanza del Vasto, si quieres hacer del ascetismo de estilo de vida, has de renunciar a la vida en la ciudad, la gran capital de la mentira: “Si condenas la banalidad, no leas el periódico”, afirmaba. Como no podía ser de otra manera, y pudiendo hacerlo en Bruselas o en Basilea, Lanza del Vasto murió entre Murcia y Albacete, en el año 1981.

Extaído del blog Soul Guerrilla: http://soulguerrilla.com/index.php/2016/02/02/no-esconderse-no-enfrentarse-entre-las-ruinas-cabalgar-el-tigre/

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