domingo, 7 de agosto de 2016

Zeluán, donde 400 soldados españoles fueron aniquilados tras combatir heroicamente contra miles de rifeños

Entre julio y agosto de 1921 unos pocos soldados peninsulares resistieron en Zeluán el asedio del ejército cabileño. El aeródromo que defendieron es el mismo que recrea el Museo del Aire en su nueva sala.

Una masacre olvidada. Una heroicidad que ha pasado de largo en los libros y de la que casi da vergüenza hablar hoy en día. La defensa de la alcazaba y del aeródromo de Zeluán (una región ubicada a pocos kilómetros de Melilla) casi ha quedado borrada de la historia. Sin embargo, tan cierto como que miles de soldados españoles se dejaron la vida combatiendo por su país en el norte de Marruecos es que, allá por julio de 1921, unos 400 militares resistieron el asedio de miles de rifeños durante casi una semana en esta plaza fuerte.

Por desgracia, y a pesar de la valentía mostrada, los nativos no tuvieron piedad de los valerosos soldados españoles y, cuando estos se rindieron bajo promesa de clemencia para ellos y para los civiles que protegían, masacraron cruelmente y a traición a todos. Y lo mismo pasó con las mujeres y niños que se escondían en el interior de la alcazaba mora. Hoy, no obstante, hemos querido recordar este suceso aprovechando que el aeródromo de Zeluán es el que ha sido recreado por el Ejército del Aire (a través de la asociación de recreación histórica «Imperial Service») en la nueva sala inaugurada la semana pasada en el Museo del Aire.


Primeros años

Para llegar hasta el nacimiento del aeródromo de Zeluán es necesario hacer retroceder el calendario hasta el año 1912, cuando la aviación militar española -si me permiten el símil- echó a volar. Y es que, fue por entonces cuando se constituyó la Escuadrilla Expedicionaria de Marruecos y, por tanto, se empezaron a enviar aviones hacia el norte de África para ayudar al ejército en la guerra que se estaba librando contra las tribus locales por el control de aquella maldita región que nosotros conocíamos como Protectorado.

Lo cierto es que aquellos aeroplanos eran sumamente útiles para nuestro ejército, pues servían para bombardear o ametrallar al enemigo desde el aire, entregar correo rápidamente, reabastecer posiciones amigas sitiadas, hacer labores de exploración y -como no- transportar tropas. Sin duda, aquellos primitivos pájaros de metal lograron dar más de un quebradero de cabeza a los rifeños, muchos de los cuales no podían evitar una mueca de terror cuando decenas de balas les llovían desde las nubes.



Escuadrilla con base en Tetuán. Con ellos su jefe, el comandante de Estado Mayor Aymat (1921)

Todo parecía perfecto. Sin embargo, cuando los militares empezaron a conquistar el desierto a base de fusiles se planteó un problema para la aviación: los aparatos no tenían suficiente autonomía como para internarse tierra adentro, atacar, y regresar al aeródromo de Sania Ramel, en Tetuán (donde estaba la base de operaciones). Al no poder modificar los aviones para que albergaran más combustible, solo quedó una solución: construir nuevas pistas de aterrizaje desde las que partirían los aeroplanos. Una de ellas, según se planteó, estaría ubicada en Melilla. Y otras dos en Larache y Ceuta por su importancia a la hora de asegurar las comunicaciones tanto con la Península, como con el resto de la región.

Así fue como nació el aeródromo de Zeluán, una pista de aterrizaje cercana a una alcazaba (fortaleza) de la misma región. «El lugar elegido fue un campo situado en una reducida loma próxima a Zeluán, en la llanura de Bu-Guensein, a unos 24 kilómetros al sur de Melilla. En cada una de dichos enclaves una fracción de la Aviación debía de auxiliar a las tropas de la guarnición, por lo que el 16 de mayo de 1914 salía de Madrid una Escuadrilla expedicionaria con destino al nuevo aeródromo de Zeluán. La Unidad, al mando del capitán Emilio Herrera Linares, estaba compuesta por cinco pilotos y dos observadores e iba dotada de 4 aviones monoplanos Nieuport IV-G», explica el general de División del Ejército del Aire José Sánchez Méndez en su dossier «La aviación militar española en la Campaña de Marruecos (1913-1927)». La labor de este aeródromo fue continua durante años.

La mala expansión española

Tiempo después, en el verano de 1921, la situación no parecía excesivamente precaria para el ejército español. De hecho, el general Silvestre (al mando del contingente en el norte de África) vivía los momentos más dorados de su carrera ya que, al fin y al cabo, había logrado expandir el territorio rojigualdo al sur de Melilla como ningún oficial de su país hasta entonces a costa de los rifeños. Sin embargo, la realidad era sumamente diferente a lo que dibujaban las fronteras. Y es que, la conquista militar había sido tan rápida y la dilatación del frente tan bestial, que no había dado tiempo a construir fuertes de forma escalonada en el desierto.

La expansión española de las fronteras se hizo sin tener en cuenta la necesidad de agua.
¿Cuál fue el resultado? Que el territorio quedó virgen de defensas y que había que atravesar cientos de kilómetros hasta llegar a los «blocaos» (fuertes portátiles) españoles construidos en primera línea de batalla. Horas y horas de caminata en un territorio virgen de edificaciones. En principio podría dar la impresión de que este era un tema baladí, pero nada más lejos de la realiadd. Y es que, si estas posiciones quedaban aisladas y sitiadas por los enemigos, no podían recibir ni refuerzos, ni agua de regiones cercanas.

Estas limitaciones eran conocidas ampliamente por los militares africanistas, como bien señaló el General de División Juan Picasso en el informe que elaboró en 1922: «La mayor debilidad [de las posiciones] era el alejamiento y dificultad de la aguada en casi todas ellas. […] Así es que las posiciones, aparte de su escaso valor intrínseco, obligadas indefectiblemente a ser abastecidas de agua o a surtirse de ella en las aguadas habilitadas para ello, [...] tenían que caer ineludiblemente en cuanto el enemigo se lo propusiera. Aisladas algunas en alturas incomprensibles, sin repuestos suficientes, sin esperanza de auxilio exterior, constituidas prisioneras, por así decirlo, de los naturales, hubieron de caer cuando les faltaron los ordinarios recursos».



«Blocao» cerca de Cabo Moreno

Al existir tanta distancia entre los «blocaos» que defendían la frontera con las cabilas (tribus) del Rif, solo era cuestión de tiempo que cayeran bajo dominio moro. Y es que, los enemigos no tenían más que cercar el fuerte y evitar que los soldados del interior pudieran salir a por agua para que, a la larga, acabasen muriendo de sed.

Además, los nativos (que de tontos no tenían ni un pelo bajo el turbante) sabían que los refuerzos españoles tardarían en llegar varios días, por lo que dispondrían todo el tiempo del mundo para acabar con ellos aprovechando la escasez de agua antes de plantearse combatir contra un ejército como el Santísimo manda. Por ello, cuando el líder cabileño Abd El-Krim logró reunir a varias tribus rifeñas para atacar el territorio que los hombres de la rojigualda habían conquistado, no hubo forma de pararle.

El desastre

El 17 de julio, cuando los soldados españoles creían que su único enemigo era el tórrido calor y los molestos mosquitos, Abd El-Krim lanzó un ataque de esos difíciles de olvidar contra la posición rojigualda en Igueriben (una de las más adelantas). Ubicada al sur de Melilla, apenas era defendida por unos 300 hombres que no pudieron resistir ante el avance de las ingente fuerzas del rifeño.

Después de que los españoles fueran pasados a cuchillo, los nativos llamaron a las puertas de Annual (más de 100 kilómetros al oeste de Melilla), un lugar en el que se agolpaban unos 5.000 combatientes de nuestro país. Silvestre tenía sobre sus hombros una dificil decisión: ordenar a sus tropas resistir en el lugar, o retirarse a Melilla. Optó por la segunda. Un gran error, pues el pánico cundió entre los soldados y comenzó una desbandada en la que los propios militares se acuchillaron entre ellos para ser los primeros en subirse a los vehículos y escapar del enemigo.



Un sacerdote recoge cadáveres tras el Desastre de Annual

«Entre el caos, los oficiales pierden el control, y los soldados -al ver que nadie cubre su retirada-, tratan de ponerse a cubierto de las balas corriendo [...]. Carros, material y heridos son abandonados, muchos oficiales escapan sin cumplir con su deber, y la retirada ordenada no tarda en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños», explica Jesús María Ruiz Vidondo, doctor en historia militar, colaborador del GEES (Grupo de Estudios Estratégicos) y profesor del instituto de educación secundaria Elortzibar en su obra «El “Desastre de Annual”. Cambio de política en el norte de África».

Miles de hombres fallecieron en la huída y nadie se paró a ayudar a nadie. Annual fue un infierno
Miles de hombres fallecieron en la huída y nadie se paró a ayudar a nadie. A la mayoría no les importó pasar por encima de sus compañeros dañados para salvarse. Los heridos fueron abandonados; los muertos, olvidados; y los lentos, dejados atrás para que los rematasen los moros. De nada sirvió que Silvestre saliera con miles de combatientes para apuntalar la huída. Fue un desastre que marcó la historia de España.

Aquellas jornadas fallecieron unos 10.000 soldados españoles y otros tantos fueron capturados. Se había sucedido el denominado Desastre de Annual. Una batalla (si es que se puede llamar así) que hizo recaer la vergüenza sobre España y que provocó que el resto de posiciones defensivas con la bandera rojigualda quedasen solas y desamparadas ante los rifeños. Pintaban bastos -como se suele decir- para los soldados hispanos, muchos de los cuales empezaron a abandonar las defensas adelantadas y se comenzaron a retirarse poco a poco cediendo a los rifeños el territorio que tanto les había costado tomar por las bravas.

Huída hacia el aeródromo

Cinco días. Ese fue el escaso periodo de tiempo que pasó desde la primera embestida de Abd El-Krim contra el ejército español y la gigantesca debacle de Annual. Después de ese tiempo, más concretamente el día 22, a Zeluán empezaron a llegar una ingente cantidad de heridos. Todos ellos contando horribles historias sobre la caída del campamento y la lucha que se había sucedido entre los propios militares por ser los primeros en huir de aquellos demonios con turbantes.

Tal y como afirma Vicente Pedro Colomar-Cerrada (autor de «Primo de Rivera contra Abd El-Krim» -Ediciones de buena tinta- y «Annual en el recuerdo. Zeluán, una masacre olvidada» -artículo al que nos ha remitido el propio autor-), aquel día pisaron el suelo del aeródromo y la alcazaba hombres terriblemente cansados y aterrorizados, así como jamelgos cuyo jinete había sido masacrado por los rifeños durante la huida. El sofocante calor, sumado al clima de desesperación generado por la muerte de miles y miles de compañeros, no ayudó precisamente a calmar los ánimos de unos defensores que sabían que, tarde o temprano, tendrían que hacer frente a los enemigos de España.



Noviembre de 1924. fotografía de un avión en el momento de descender en las proximidades de Taatof

Soldados, oficiales… Uno de los que arribó a la posición buscando muros tras los que resguardarse fue el oficial segundo veterinario Enrique Ortiz, destinado en Annual. Así narró el periódico ABC su heroico combate contra los rifeños en primera línea de desierto en un artículo publicado el 23 de octubre de 1921: «Don Enrique Ortiz, destacado con fuerzas indígenas en la primera línea de posiciones, luchó denodado en una retirada épica. Se vio acorralado por un núcleo de enemigos, que le arrebataron su pistola. Continuó defendiéndose briosamente, y consiguió llegar con un resto exiguo de la fracción de que formaba parte a Zeluán».



Línea de aviones en el aeródromo de Zeluán

El 23 de ese mismo mes llegaron, además, dos columnas de soldados españoles. La primera, de heridos. La segunda, perteneciente al 5º escuadrón del Regimiento de Caballería Alcántara (la misma unidad que, días antes, había cargado heroicamente contra miles de rifeños para retenerles y ganar tiempo para evitar la matanza de sus compañeros). Con todo, la situación pintaba realmente difícil por esas fechas, pues había muy pocos efectivos para defender la alcazaba y, por ende, el aeródromo. Así lo contaba ABC en una noticia publicada a posterior (el 9 de agosto): «El día 23 del pasado [mes] se hallaban allí [en el aeródromo] unos 20 individuos entre clases y servicios afectos al servicio de aviación».

El día 24 llegó también a Zeluán un futuro héroe, el veterinario segundo Tomás López Sánchez. Un militar que se quedó en la posición para asegurarla y que arribó de una forma sumamente rocambolesca al lugar, tal y como lo señaló ABC en un reportaje publicado el 23 de octubre de 1921: «López Sánchez estaba destacado en Monte Arruit, donde vivía con su esposa y sus tres hijos. Al saber que iban a ocurrir allí graves sucesos, López envió a su familia en el último tren que pudo efectuar recorrido. El quedó en su puesto... Recibió orden del comandante de la posición de ir a Zeluán en demanda de municiones. Rompiendo el cerco enemigo, evitando el fuego de los fusiles qye en la negrura de la noche buscaban víctimas, llegó a Zeluán y, cumpliendo lo que se le había ordenado, intentó regresar. Pero ya entonces llegaba la fuerza en retirada. Permaneció en Zeluán». Así fue como otro veterinario se sumó a la defensa.

Doble traición

Al final, hombre va, hombre viene, en la tarde del domingo 24 de julio una fuerza considerable logró reunirse para defender la alcazaba y el aeródromo. Concretamente, y siempre según los datos presentados por Colomar-Cerrada en su reportaje, se arremolinaban en medio del desierto 611 hombres. «Estaban divididos en 3 grupos que los componían 28 oficiales, 442 número de clase de tropa, más 141 soldados indígenas […] además de 100 civiles entre hombres, mujeres y niños» añade el experto en su artículo. Todos ello, a las órdenes del capitán Ricardo Carrasco (oficial al mando general) y el teniente Manuel Martínez Vivancos. Este último, el encargado de defender el aeródromo (lugar al que fueron enviados unos 30 jinetes del regimiento Alcántara como refuerzo).

El día 24, con la caída de la tarde, el ánimo pareció aumentar en el campamento. Al fin y al cabo, más de medio millar de hombres podían plantar cara durante semanas a cualquier ejército que quisiese poner sus poco santas posaderas en Zeluán hasta que llegaran refuerzos. O eso le parecía, al menos, al ejército rojigualdo. Pero no creyeron lo mismo los soldados indígenas empotrados por las bravas en las unidades de Regulares hispanas ya que, cuando oyeron rumores de que los hombres de Abd El-Krim se acercaban a la posición, decidieron salir por piernas.



Aspecto exterior de la alcazaba de Zeluán en 1909

«En la madrugada del 24 al 25 se produjo la deserción de los soldados indígenas de Regulares que permanecían en el interior del fuerte», añade Colomar-Cerrada. La situación no pudo ser más dantesca pues, en mitad de la noche, intentaron saltar los muros después de organizar una revuelta. El resultado fueron nada menos que 40 traidores muertos y dos oficiales y un número indeterminado de soldados españoles asesinados. Todos ellos, valientes que no pudieron demostrar ante sus compañeros que estaban dispuestos a caer ante el fuego de los fusileros de Abd El-Krim.

La revuelta no acabó en este punto, sino que también alcanzó a tres escuadrones de indígenas posicionados fuera de los muros de la alcazaba y que emprendieron la huída en cuanto se percataron de que sus compañeros trataban de escapar de las garras españolas. Muchos de ellos fueron abatidos a tiros por los defensores. Todo acabó en pocas horas, pero costó munición, muertos y un buen susto.

De hecho, el miedo de los españoles a los nativos que todavía eran leales fue tanto que, el mismo día 25, a Carrasco se le hincharon las alforjas y ordenó formar una columna con ellos. El objetivo: que tomasen las de Villadiego y no la liaran, más de la que ya estaba liada, en la alcazaba y el aeródromo. La idea no fue mala. Al menos hasta que salieron del fuerte al mando, entre otros, de un tal Tomaseti. Después todo se fue al infierno, pues el nerviosismo aumentó y acabaron dándose de tiros unos a otros acusándose de traidores. En el ABC del 28 de julio parece haber una mención a este suceso, aunque escueta: «Al regresar de Zeluán fue agredido por unos pocos el teniente de las fuerzas de Regulares Sr. Tomaseti, dejando de existir a los pocos momentos».

Comienza el asedio

Entre el 24 y el 25 de julio miles de rifeños llegaron a Zeluán. Los apenas 400 españoles que quedaban en el aeródromo y en la alcazaba se dispusieron a defenderse a fusil, espada, bayoneta, y lo que se terciase. Aquella jornada comenzó el combate. Una batalla que, aunque no tenía la épica de una justa medieval a lanza de caballería y escudo, sí atesoraba esa pátina de heroicidad que se crea cuando unos pocos se dan de tortazos contra muchos (miles, concretamente).

La defensa del aeródromo fue la más difícil ya que, como bien puede verse en fotografías de la época, no era más que una explanada con una pista de aterrizaje preparada para la entrada y salida de aviones. Es decir, que pocos lugares había en los que cubrirse salvo alguna que otra construcción aislada de los tiros y tiros que salían de los fusiles rifeños.



Vista del Aeródromo de Zeluán, recién inaugurado

A estas dificultades se sumaba la escasez de comida, como bien señaló el diario ABC el 9 de agosto: «Cuando se les agotaron los víveres, sacrificaron un caballo para cuya carne les sirvió de alimento para varios días». La falta de alimentos fue tan severa que los aviones se vieron obligados a lanzar pan a los defensores desde una altura de 1.000 metros. El ABC hizo referencia, incluso, a un héroe anónimo que se dejó la vida para recoger los víveres que los aeroplanos dejaban caer en los alrededores del aeropuerto: «Salió uno de los bravos defensores del aeródromo. Cuando ya regresaba con el codiciado alimento, un proyectil enemigo le privó de su vida».

Con todo, los escasos defensores del aeródromo tuvieron en cierto modo suerte, pues no les faltó el agua durante la contienda y no se vieron obligados a salir, narices mediante, de sus defensas para hacer aguadas. Eso les permitió pertrecharse tras algún que otro parapeto y combatir de forma más efectiva contra los rifeños: «Estas fuerzas hicieron una heroica defensa del aeródromo, tendiendo a raya al enemigo, que trató muchas veces de asaltarlo», explicó el diario ABC en la época.

La alcazaba resiste

Mientras los defensores del aeródromo andaban dejándose la vida por España, en la alcazaba no estaban mejor la cosas. Los militares sabían que ser derrotados era sinónimo de que las mujeres y los niños que protegían morirían a manos del ejercito rifeño. Por ello, se aprestaron tras los muros, cegaron con sacos terreros las cuatro entradas al lugar y se dispusieron a balear a todo aquel que se acercara.

Con todo, el mayor problema de estos militares no era cubrirse de los tiros de los hombres de Abd El-Krim. Tenían un enemigo mayor... la sed. Una dificultad que trataban de superar poniéndole valor y saliendo de la fortaleza para recoger agua. Todo ello, bajo los disparos enemigos. Las bajas por culpa del líquido elemento fueron muchas en las primeras jornadas. «El día 25, al hacer el servicio de aguada, tuvieron que lamentar 15 bajas entre muertos y heridos que quedaron en manos de los temibles rifeños. Otro tanto pasó al día siguiente», añade Colomar-Cerrada.



Una unidad española tirotea a un grupo de rifeños después de reconquista la alcazaba de Zeluán tras la derrota en 1921

Con el paso de las horas la situación no mejoró ya que, según fueron llegando más enemigos a Zeluán, los españoles tuvieron que retrasar las aguadas para no perder hombres. Al final, la búsqueda del líquido se tornó tan peligrosa que los oficiales no tuvieron valor para enviar a nadie hasta el pozo ubicado fuera de los muros. La solución fue muy marcial: pedir voluntarios. Y uno de los primeros en ofrecerse fue el veterinario Tomás López.

Así definió el jefe de caballería Francisco Bravo (presente en el asedio) la actuación de este militar en declaraciones recogidas por el diario ABC el 23 de octubre: «En enemigo nos hostilizaba constantemente, desde el cementerio, donde ya se había atrincherado, imposibilitando la aguada. El capitán Carrasco, de Policía, Jefe de la posición, pidió voluntarios para una salida, con el propósito de desalojar a los harqueños de sus defensas: Tomás López acudió en el momento, y con otros 20 bravos, de todas las armas, realizó la asombrosa salida, matando a 16 moros que ocupaban la trinchera. Aquel día conseguimos realizar la aguada sin contratiempos».

La valentía de nuestro veterinario no se detuvo en este punto, sino que -en los días siguientes- volvió a salir de la alcazaba junto a sus compañeros y logró poner de nuevo en jaque a los asaltantes. «Esta empresa la repitió López Sánchez otra vez: cercó a los hostiles, mató a los que no huyeron y recogió muchos picos y palas que los rifeños emplearon para atrincherarse, y que nos sirvieron para abrir un pozo. Desgraciadamente no dio agua, y siguió el martirio de la sed», señalaba Bravo en declaraciones recogidas en este diario.

El veterinario lideró varias salidas contra los rifeños y se destacó en todas ellas
Entra que sale continuaron los españoles hasta el día 30 de julio, cuando tuvieron que envainarse el sable y asumir que en el cementerio se habían posicionado demasiados rifeños como para lograr atravesar la posición y recoger el líquido elemento. Les tocó sufrir la sed. Y no solo a ellos, sino a las mujeres y los niños que albergaba en su interior la fortaleza. Todo, bajo los tiros y tiros de los hombres de Abd El-Krim.

El día 31, como bien explica Colomar-Cerrada en su dossier, cambió brevemente la situación cuando, desde el aeródromo, se enviaron dos camiones cargados de agua hacia la alcazaba. El regalo fue bien recibido por los defensores, que se propusieron devolver el favor a sus hermanos ubicados a pocos kilómetros.

«Los recién llegados, a su vez, cargaron una caja de proyectiles de los que eran deficitarios en el puesto y que también en el fuerte empezaban a escasear, junto con algunos sacos con víveres de los que también los defensores de la acazaba habían establecido un riguroso racionamiento. Nada más que el camión alcanzó el terraplén ferroviario los hombres del recinto amurallado pudieron oir una fuerte descarga que acabó con la vida del conductor del camión y de su acompañante, adueñándose la morisma de toda la carga», señala Colomar-Cerrada.

Adiós a las defensas

Disparos y disparos. Muertos y muertos. Mientras la alcazaba resistía a pesar de la escasez de agua, los hombres del aeródromo perdieron soldado tras soldado hasta que poco pudieron hacer. En ese momento de máxima desesperación, viéndose superados por los rifeños, tomaron una decisión sumamente dura, pero necesaria.

«En la imposibilidad de seguir defendiendose, a los nueve días prendieron fuego al aeródromo y a los aparatos Havilland que en él se guardaban. Al mismo tiempo, los defensores [que quedaban] se replegaron hacia la alcazaba de Zeluán», explicaba el diario ABC el 9 de agosto. Luego vino la rendición, en la que acabaron en manos moras el teniente Vivancos y el alférez Maroto.

La mayor traición al ejército español

Tras la caída del aeródromo, la alcazaba de Zeluán continuó su heroica resistencia. Una defensa con fecha de caducidad, pues los militares sabían que poco podían hacer ante los miles de moros que les asediaban, ante la sed y ante el hambre. Quizá por ello, o quizá por salvar la vida de los civiles que se ubicaban en el interior de la fortaleza, Carrasco decidió parlamentar con el líder de aquel contingente: el caíd (líder) Ben Chelal, de la cabila de Benu bu Ifrur y jefe de los Ulat Chaib (tal y como explica Colomar-Cerrada en su obra «El Infierno De Axdir. Prisioneros Españoles en el Rif 1921-1923»).

El momento de parlamentar fue la caída de la tarde. Y los encargados de ello un tal Jiménez Pajero, un trabajador de la empresa «La Colonizadora», y su intérprete. Ninguno de los dos regresó a la alcazaba. La tensión aumentó cuando el jefe rifeño señaló a voz en grito frente a los muros de la alcazaba que, o los soldados deponían las armas en la jornada siguiente, o serían pasados a cuchillo.



El cementerio de Zeluán

En contrapartida, el líder cabileño les aseguró que -si dejaban la fortaleza libre- no serían atacados hasta llegar a Melilla y sus soldados no asesinarían a ninguno de los civiles que se hallaban en el interior de la alcazaba. Al final, Carrasco envió al teniente Dalías, de Regulares, a parlamentar con Ben Chelal y decirle que sí, que pasaba por el aro (maldiciones de por medio) a cambio de la vida de los defensores y los civiles.

El día 3 se produjo la entrega de armas. «Nada más terminar la entrega de armas los defensores fueron despojados de las ropas, de los correajes, del dinero y, en general, de todo lo que los cabileños consideraban que pudieese tener algún valor. Sometidos a constantes amenazas, insultos y vejaciones, a empujones y a culatazos fueron colocados en fila y conducidos hacia un caserón que se encontraba por las cercanías», completa el experto.

Lo que se sucedió a continuación fue una de las mayores traiciones recordadas al ejército español. Y es que, cuando los militares estaban cerca del caserón, los rifeños dispararon contra ellos a quemarropa. Fue una masacre. Hombres casi desnudos, sin armas y con un valor demostrado, se enfrentaron a una muerte infame. En palabras de Colomar-Cerrada, los nativos no perdonaron a nadie. Los que se tiraron al suelo fueron rematados con alfanjes de forma despiadada; los que se metieron dentro de la vivienda fueron fusilados sin piedad, y los que trataron de escapar fueron cazados por jinetes.



Aspecto interior de la alcazaba tras la reconquista de Zeluán después de la derrota

Tras esta sangría, los que sobrevivieron fueron quemados vivos dentro del caserón. Por su parte, los civiles no corrieron una suerte mejor, pues fueron aniquilados en el interior de la alcazaba. Para terminar, cayeron los oficiales. «El capitán Carrasco y el teniente Fernández sufrieron de aquellas suertes tan espantosamente típicas: fueron atados el uno junto al otro, recibieron varios disparos y, finalmente, murieron quemados vivos delante de todos sus compañeros», explica David S. Woolman en su obra «Abd El-Krim y la Guerra del Rif».

Tampoco hubo piedad para los veterinarios. El primero en caer fue Ortiz, quien fue «vilmente asesinado» tras la capitulación. Algo parecido le ocurrió a Sánchez, como bien explicó ABC: «Sánchez añadiría a su caldiad de héroe la de mártir. Los rifeños no perdonarían al bizarro combatiente sus salidas al cementerio, donde tanto daño les produjo, ni la incansable defensa de Zeluán». Ambos dejaron este mundo.

Así se refirió Corrochano (redactor de ABC) a aquella matanza 4 de agosto en una crónica en la que hablaba de las novedades acaecidas en la zona. «Después de entregar Nador ¿a qué van los soldados a la kestinga? ¿Van a Zeluán? ¿A qué? Desgraciadamente, en Zeluán también se ha escrito la última página, más sangrienta que la de Nador, pues cuando se pactaba parece que hubo traición y han prendido fuego a la alcazaba. Si en Zeluán ya no queda nada por salvar. ¿A qué puede irse allí?».

Extraído del periódico ABC: http://www.abc.es/cultura/abci-aerodromo-zeluan-zeluan-donde-400-soldados-espanoles-fueron-aniquilados-tras-combatir-heroicamente-contra-miles-rifenos-201606210040_noticia.html

sábado, 6 de agosto de 2016

Declaración de Voluntad


Irse al bosque -emboscarse en la terminología jungeriana- es el camino que los miembros de la Asociación Cultural Gladius Hispaniensis hemos emprendido. “No es ni un acto liberal ni un acto romántico”, es una necesidad vital de nuestro destino. El hombre de hoy, la mujer de hoy, ha de superar el impulso egoísta de la individualidad para sustituirlo por pensamientos de Fidelidad, de Solidaridad y de Comunidad. No buscamos treguas ni sonreír al Sistema; somos seres libres, emboscados, que plantamos cara a una sociedad enferma guiada por el pensamiento único y por la dictadura economicista. No vemos futuro ni alternativa ética en esta sociedad que se encamina al caos de la técnica, a la muerte total de los Valores que alimentaron la luz de nuestros pueblos, y que ha convertido su esclavitud en su felicidad. Nuestra marcha al bosque, nuestra emboscadura, no es un acto de cobardes o de derrotados, es un acto de resistencia que propone llevar adelante la lucha; una lucha que seguramente carezca de toda perspectiva, pero que encarna la llama del Honor y la fe en los valores del Espíritu.

No hemos renunciado a nuestra Patria: la Gran Europa. No hemos renunciado a nuestro afán: la Justicia Social. No hemos renunciado a nuestros orígenes: la Identidad.

Pero sí arrojamos al fango de la podredumbre toda idea que vaya en contra de los Valores y Principios de la Cultura Europea representados por la historia, el arte, los mitos, las tradiciones y el folclore de todos los Pueblos europeos.

Amamos profundamente España, y por ello, amamos todas sus tierras, todas sus lenguas, culturas, tradiciones y folclores. Amamos su Naturaleza, su fauna, su entorno natural y sus gentes sencillas.

Declaramos nuestro más profundo desprecio por toda actitud xenófoba y por toda voluntad disolvente y uniformadora de culturas.

Manifestamos nuestro total repudio a toda forma de Materialismo.

No buscamos reinos venideros, no queremos salvar almas ni adorar falsos mitos o becerros de oro, buscamos armar de Valores a los espíritus emboscados.

Por todo ello, la Asociación Cultural Gladius Hispaniensis laborará para difundir y defender los pensamientos, ideas, corrientes artísticas, investigadoras y toda manifestación que coincidan en todo o en parte con los fines y Principios de nuestra asociación.

La Asociación Cultural Gladius Hispaniensis levanta su Espada y reclama la Ética, el Compromiso, la Disciplina y la Voluntad de servicio en el actuar de todo emboscado.

…no perseguimos lo antiguo, anhelamos lo que ellos buscaron.


A.C. Gladius Hispaniensis

Extraído de la Asociación Cultural Gladius Hispaniensis: https://asociacionculturalgladiushispaniensis.wordpress.com/acerca-de/

viernes, 5 de agosto de 2016

Gajes de un país exagerado


La autoestima nacional sufre bruscos altibajos en un país que pasa de la autocomplacencia al derrotismo

La crisis económica que irrumpió en 2007 barrió un estado de euforia general atolondrada para dejar paso a una depresión colectiva. Ha sido como volver a desempolvar los estereotipos ibéricos del pesimismo, el tremendismo y el derrotismo nacional, y más ahora con el bloqueo político, que obliga a rescatar también ideas como el sectarismo y el cainismo. Para evitar caer en esa inercia negativa, conviene preguntar a quien nos observa a diario con otros ojos, los corresponsales extranjeros que viven en España. Y a quien tiene otra perspectiva más amplia, sociólogos e historiadores.

“No es que haya un pesimismo permanente, sino una exageración de cada momento: en la época buena había un triunfalismo desbordante, fuera de la realidad, y con el bajón, una autocrítica brutal, que los españoles todo lo hacen mal, y no es verdad. Es como ser bipolar, un péndulo de la euforia a la depresión, y ni una ni otra son buenas”, comenta Giles Tremlett, del diario británico The Guardian. Lleva 24 años en España. La impresión de Hans-Günter Kellner, de la radio pública alemana Deutschlandfunk, es similar: “En el boom económico hubo una ceguera colectiva. Había un gran abandono escolar, los chavales de la construcción se reían de mí porque cobraban más que yo. Todo era mejor que en cualquier parte, tenían arrogancia con los extranjeros. Ahora es al revés, es como si el país no tuviera salvación”.

UN SENTIMIENTO TRÁGICO DESDE EL SIGLO XVII

“El pesimismo español no es una idea, es algo que se puede demostrar con una cierta objetividad y tiene profundas causas históricas”, opina Rafael Núñez Florencio, historiador y filósofo que ha dedicado justo a eso un exhaustivo libro, El peso del pesimismo. Del 98 al desencanto. El origen estaría, apunta, en un estreno fulgurante de España como Estado, tras su nacimiento, que le convirtió rápidamente en un gran imperio en el siglo XVII. Después, el resto de su historia ha sido decadencia. “Toda la literatura del siglo de oro es regodeo en esa tendencia declinante del poder político, territorial y militar”, explica. Esa ha sido la interpretación del país dominante por parte de las élites, culturales y políticas, desde Quevedo a la generación del 98 y la España invertebrada de Ortega. A finales del XIX, con la pérdida de las colonias, se consuma una cadena de pérdidas que nunca son derrotas, sino directamente “desastres”, un calificativo tremendo que se usa con las batallas en África del Barranco del Lobo o Annual. “Se construye una manera española de mirar el mundo siempre en clave lacrimógena, que representa ese ‘me duele España’ de Unamuno”, concluye.

Núñez añade luego otros factores: la comparación con los países más avanzados de Europa, ninguneando a nuestros vecinos Portugal y Marruecos; la marginación del contexto europeo por su posición geográfica extrema; la fuerte influencia del catolicismo más severo con una visión de la vida como valle de lágrimas; la huella de la sensibilidad barroca del sufrimiento… Todo ello alimenta una autocrítica y derrotismo casi congénitos. “Es un pesimismo que nace de la desconfianza en nuestras propias fuerzas, no es vital, existencia, como el de los nórdicos. En los chistes, con uno de cada país, el español siempre hace el ridículo”. De otra parte, se alterna con una “tendencia a una percepción positiva impostada, eso de que somos los mejores, un poco vacía, y cuando topas con la realidad la caída es más dura”.

La crisis fue un duro golpe a la autoestima nacional, aunque en los últimos tres años se ha ido recuperando, según indican los barómetros de opinión del Real Instituto Elcano. La nota en política y economía tocó fondo a principios de 2014, con un 2 y un 3. Los datos del Reputation Institute (RI) certificaban que España era el país avanzado con la peor opinión de sí mismo, en una lista de 19 que incluía, entre otros, a India, México y Argentina. “Otros países han tenido problemas de imagen exterior tanto o más graves, pero ninguno se ha hundido tanto como España en términos de autoestima”, apunta Javier Noya, investigador principal del Instituto Elcano en Imagen Exterior de España, en un informe de ese año. Y hay un desfase: fuera siempre nos ven mejor de lo que nos vemos nosotros. Este experto lo explica por la diferente marcha de la macroeconomía, visible fuera, y la microeconomía renqueante que padecen los ciudadanos, y porque “todos los estudios sobre el cosmopolitismo de España indican que los españoles viven bastante de espaldas al exterior, es una sociedad relativamente cerrada al exterior”.

En la firma de sondeos Metroscopia revelan un fenómeno curioso en las épocas de crisis de las últimas décadas: el español suele recordar el pasado mejor que el presente, pero también cree que el futuro va a ser mejor. Es decir, vive en un continuo presente amargado. Otro aspecto llamativo, comprobado por el Instituto Elcano, es que los entrevistados de izquierda siempre son más pesimistas que los de derechas al valorar la situación nacional e internacional: “La ideología marca las expectativas, con una derecha básicamente optimista y una izquierda pesimista”.

Sandrine Morel, de Le Monde, que llegó hace nueve años, coincide en quejarse de esa arrogancia de los años de bonanza. “La autocomplacencia es otro rasgo del carácter español”, anota. Aman Zoubir, marroquí, corresponsal de Al Jazeera en Madrid desde hace diez años, quedó fascinado por la atmósfera festiva: “Sí he visto que estos años la alegría ha ido menguando, ha calado esa idea de lo mal que estamos. Pero no cambiaría España por nada del mundo, ciudades como Madrid tienen cotas de libertad como pocos lugares. La gente es pesimista porque peca de memoria corta. Con todos sus problemas está mejor que otros países”.

A Morel lo que más le sorprendió con la crisis económica fue “la capacidad de autoflagelación”: “La autocrítica no es un defecto, pero no aceptan ver los problemas como globales, sino como una particularidad suya: que este es un país de chorizos, de paletos… Ahora se habla mucho de corrupción, es casi el único tema, veo cierta obsesión, poca capacidad de relativizar”. Tremlett cree que “no se cuestiona la narrativa dominante, todo el mundo se pone de acuerdo demasiado rápido, se pone de moda algo y no hay rebeldes”. Los medios, acusa, contribuyen. “Tienen un miedo exagerado al poder. Se exagera el poder del poder, y la gente se acobarda”.


El ensimismamiento y el desinterés por lo de fuera quizá expliquen estos bandazos, por falta de referencias. “Se compara sin conocimiento, para bien y para mal: piensan que en Gran Bretaña o Alemania es todo perfecto y que como aquí no se vive en ningún sitio, y ninguna de las dos cosas es cierta”, opina Tremlett. Kellner añade que en su país hubo un escándalo similar al de Bárcenas en la CDU, el partido democristiano, “pero los alemanes no tienen la percepción de ellos mismos como corruptos, al revés, y es más, los segundos europeos que más aprecian son los españoles, pero éstos son los que peor se valoran a sí mismos de Europa”.

Un caso insólito

Lo sabe bien el alto comisionado del Gobierno de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, cuyo trabajo es precisamente combatir una inercia secular. En su opinión, viene desde hace siglos y se acentúa con la Guerra Civil y el franquismo: “La autocrítica hacia el propio país en España es un caso bastante insólito en el mundo. Entre otras cosas, se ve por ejemplo en que no somos capaces de distinguir el Estado, de la nación y del Gobierno. La crítica al Gobierno se traduce de inmediato en una crítica al país. El sentimiento de patria florece solo con los triunfos deportivos”.

Por otro lado, en sus quejas los españoles a veces no se dan cuenta de lo bueno que tienen. Morel, por ejemplo, señala la sanidad y la gran capacidad de ayudar al otro, el buen corazón. “Esa solidaridad entre las familias, no dejar a nadie tirado, no existe en Europa ni mucho menos”, recuerda. Para Kellner “en España la sociedad está más mezclada, eso me gusta, en Alemania es muy segregada, los amigos son del mismo grupo social”. Tremlett aprecia que la gente se implique, reaccione, no sea pasota. “Hay que ampliar el cuadro, ver los últimos 30 años, no solo los últimos cinco, las mejoras han sido enormes”, concluye.


Otro británico, el periodista y escritor V. S. Pritchett, corresponsal en España en los años veinte y cincuenta, reflejó sus impresiones en un libro, El temperamento español: “Son gente que opta por una cosa u otra, o blanco o negro, como si no alcanzaran a conectar los sentidos con la inteligencia. Son fatalistas, pero se apuntan fácilmente al libre albedrío, es decir, se resignan a la ley que se les impone o la rechazan, la sufren o la combaten, sin término medio. Conquistados, se muestran fatalistas; victoriosos, optan por un libre albedrío radical”. Hoy se sorprendería de ver un panorama político cuadripolar, ya no bipolar, pero en absoluto de que fueran incapaces de ponerse de acuerdo.

Extraído de El País: 
http://politica.elpais.com/politica/2016/06/22/actualidad/1466609349_711119.html

jueves, 4 de agosto de 2016

La falsificación de todas las cosas…


“La falsificación de todas las cosas es uno de los rasgos característicos de nuestra época, no es todavía la subversión propiamente dicha, pero contribuye muy directamente a prepararla; lo que lo muestra quizás mejor es lo que podemos llamar la falsificación del lenguaje, es decir el uso abusivo de ciertas palabras cuyo verdadero sentido ha sido tergiversado, uso que es impuesto de alguna manera mediante una sugestión constante por parte de todos aquellos que, por una u otra razón, ejercen una influencia del tipo que sea en la mentalidad pública. No se trata aquí solamente de esa degeneración a la que aludíamos antes, y por la cual muchas palabras han llegado a perder el sentido cualitativo que tenían al principio para no guardar más que un sentido totalmente cuantitativo; se trata más bien de una tergiversación mediante la cual las palabras se aplican a cosas a las que no corresponden de ninguna manera, y que incluso son a veces opuestas a aquellas que significan normalmente.”

René Guénon


Extraído de la Asociación Cultural Gladius Hispaniensis: https://asociacionculturalgladiushispaniensis.wordpress.com/2016/03/13/la-falsificacion-de-todas-las-cosas/

miércoles, 3 de agosto de 2016

Espacios sagrados y Druidismo en la Hispania Céltica


El “Bosque Sagrado” y la “Guerra”. El rito y el sacrificio. La naturaleza como santuario y la batalla como sacramento. La Magia y la Areté. Y “el Druida”, Maestro y depositario de la Tradición. Quizás también en la Hispania Céltica, de Lusitania a Celtiberia… En este fragmento de nuestra tesis doctoral y en un capítulo en el que nos acercábamos al tema de los dioses, y la posible existencia de un sacerdocio hispano céltico. Haciendo una disquisición previa imprescindible que hemos querido recoger aquí por lo interesante, para nuestro blog.

En el antiguo mundo celta, al igual que en general en el mundo cultural del Hierro, parecerá afirmase la presencia de lo sagrado en la realidad natural (Guyonbarc´h y Le Roux 2009: 326-332), de lo “Trascendente en lo Inmanente”. El Universo se contempla así como “Manifestación” y todo se convierte en potencial reflejo de la “Trascendencia”, sin que ningún todo agote la “Trascendencia”. El Absoluto puede ser así inabarcable e inasible, y sin embargo residir en el “alma” de las cosas. De ahí la relación espiritual que las religiones célticas establecen con determinado elementos del paisaje, especialmente con bosques y árboles, con el “bosque sagrado” o nemeton: nemora alta remotis incolitis lucis-“habitáis profundos santuarios en bosques remotos”-señalará Lucano sobre los druidas en su Farsalia (I, 453-454) (Guyonbarc´h y Le Roux 2009: 330).

Los Dioses célticos aparecerán de este modo y generalmente asociados con elementos de la naturaleza: Cumbres, fuentes, cuevas, ríos, bosques, árboles, buitres, caballos, lobos, toros, jabalís…todos ellos distintos elementos del mundo natural en los que parecerán presentarse de modo simbólico, las potencias del “mundo Invisible” (Marco Simón 2005: 217). Tendremos así que la noción de santuario al aire libre, de espacio natural como espacio de comunicación entre el mundo de los Dioses y el mundo de los Hombres, será fundamental dentro de las religiones célticas y así aparecerá recogido por dicha tradición a través del concepto de “bosque sagrado”, del anteriormente señalado nemeton (Marco Simón 2005: 219, Peralta Labrador: 239-241, Guyonbarc´h y Le Roux 2009: 326-332 o De Vries 1988: 195-196)[1]. Dándose la misma idea también entre los germanos al indicarnos Tácito cómo éstos: “no consideraban digno de la grandeza de los Dioses encerrarlos entre paredes ni representarlos bajo forma humana, consagrándoles bosques y arboledas” (Germ. IX, 3)[2].

Esta idea del nemeton o “bosque sagrado” nos estará señalando como lo “Invisible”, se “trasparentaría” o “comunicaría” con los Hombres a través de determinados escenarios del mundo visible, escenarios de especial fuerza y evocación como puedas ser los parajes naturales. Siendo de esta manera posible la comunicación y relación con dichas potencias invisibles y de manera predilecta, en el nemeton.

A nuestro parecer y como ya hemos indicado cabrán para el mundo céltico e indoeuropeo don niveles de acercamiento a “lo Invisible”[3]. Por un lado mediante determinados ritos y fórmulas por las cuales se renuevan los pactos, las armonías o se propicia el favor de las “fuerzas ocultas” del universo (Más allá Telúrico). Estaríamos aquí en el ámbito del reverso ritual y mágico de la religiosidad hispano céltica, y su escenario más propio sería el “paraje sagrado”.

Por otra parte, conforme a una orientación espiritual de participación y apertura del sujeto a las “esferas superiores” de la realidad invisible, mediante el seguimiento de un determinado ethos. Siendo estas esferas superiores el plano propiamente Sobrenatural (Más allá Celestial) con el que la relación que se establece nos es ya la de los rituales y formulaciones mágicas (Techné), sino la de un  ethos formativo forjador del alma de acuerdo a un ideal heroico orientador de la existencia hacia la Trascendencia, a través de la Areté. Obviamente aquí el escenario más propio de dicho ethos no es ya el nemeton sino la guerra y el combate, que serán tenidos como un lugar predilecto para el sacrum facere y “la Gloria” (Sopeña 1987: 131-138)[4].

De este modo en el “bosque sagrado” o nemeton, en la guerra y en la batalla, y también como hemos visto anteriormente en el banquete, encontraremos tres escenarios predilectos del mundo céltico. Escenarios que precisamente a través de las cofradías y élites guerreras se articularán conformando el universo propio de la cultura de las mannerbünde. Tenemos así y respectivamente un ámbito mágico y ritual, un ámbito ético y espiritual de vocación heroica, y un escenario de comunidad, encuentro e intercambio.

Por otro parte y conforme a esa doble vertiente-mágica y heroica-del mundo espiritual y religioso de las culturas hispano célticas y célticas en general, encontraremos diversas pistas que nos señalaran la posible existencia de personas especialmente vinculadas a la interacción respecto con el mundo invisible. Un ejemplo interesante se dará en el ámbito lusitano-galaico a través de su conocido hieróskopos, encargado de llevar a cabo sacrificios adivinatorios con víctimas humanas y animales: Silio Itálico (III, 344) nos dirá que durante la Segunda Guerra Púnica los jóvenes galaicos enviados  luchar con Aníbal “eran expertos en adivinar a través de las entrañas, los vuelos de las aves, y los divinos relámpagos”. La misma idea la recogerá Estrabón (III, 3, 6-7) al hablar de los sacrificios de los lusitanos. Siendo en esta cita donde se nos mencionará un hieroskópos u “observador de las cosas sagradas”, lo que podría ser interpretado como prueba de la existencia entre los lusitanos de especialistas de lo religioso, oficiantes de sacrificios y expertos en vaticinar a través de inmolaciones (González García 2007: 391-392). Por otra parte la práctica de los sacrificios humanos estará atestiguada entre las poblaciones de la Hispania céltica, caso de los bletonenses en la actual Salamanca (Plut. Quaest. rom. 83) de los lusitanos (Liv. Per. 49; Str. III, 3, 6) o de los pueblos del norte (Estr. III. 3, 7). No teniéndose referencias a la existencia de dichos sacrificios humanos entre los celtíberos y si obviamente y en general en el resto de la céltica europea, recogiéndose incluso en la mitología irlandesa (Blázquez Martín 2005: 227).

Si podremos reconocer entre los celtíberos y a través de sus repertorios cerámicos, escenas rituales oficiadas por personajes ataviados con gorros cónicos, similares por otra parte a los de determinadas divinidades y sacerdotes del mundo céltico. Personajes que portan jarras con clara función libatoria, que nos estarían señalando quizás la presencia de una posible función sacerdotal (fig. 5-7).

Por otra parte la existencia de dicho sacerdocio, pudiera no tener que extrañarnos, pues esta atestiguada la existencia de druidas entre galos y britanos (Guyonbarc´h y Le Roux 2009)[5], y para ambos pueblos podría inferirse una complejidad análoga a la de los celtíberos.

Entendemos en todo caso que la función esencial del sacerdote sería la función de mediación, de mediación entre lo visible y lo Invisible, entre los “Dioses y Daemones” por un lado, y los Hombres por otro. Esta mediación se desarrollará a su vez en dos niveles: alrededor de los sacrificios y el ritual[6], y alrededor de la salvaguarda de la “tradición”. Es decir, el sacerdote también como depositario del legado espiritual, religioso, cultural e ideológico de su comunidad (Sopeña 1987: 151- 153).

Transmisor de los mitos, la historia y las leyendas que orientarán la formación ética y espiritual de los miembros de su sociedad, voz así de la conciencia de la misma: “(los druidas) disertan y enseñan a sus jóvenes sobre numerosas cuestiones, referidas a los astros y sus movimientos, el tamaño del orbe y de las tierras, la naturaleza, la esencia y el poder de los Dioses inmortales” (César, B.G. VI, 13-14). Un tipo de sacerdocio cargado de este modo de presencia y liderazgo dentro de sus comunidades y que podría estar también recogiéndose en la Celtiberia a través de la figura de Olíndico (Floro, Epit. II, 17,9), líder celtibérico que portando una lanza de plata que le habría “enviado el cielo” (la lanza como arma por excelencia del dios pancéltico Lug) y haciendo gala de facultades proféticas y mágicas, exhorta a los celtíberos a luchar contra Roma provocando un nuevo alzamiento en el 143 a.C. Un episodio éste similar a otros recogidos en la céltica centroeuropea y en los que los druidas dirigen revueltas militares contra Roma (Tác. Ann. III, 40-46). Siendo sintomático en este sentido el hecho de que el druidismo fuera rigurosamente prohibido por los gobernantes romanos: “Durante el principado de Tiberio César se eliminó a los druidas galos, esa ralea de adivinos-médicos” (Plinio el Viejo, Historia Natural, XXX, 13).

En definitiva, entenderemos que la existencia de una función sacerdotal de tipo druídico, más o menos desarrollada, podría estar dándose también en la Hispania céltica. Si bien no nos será posible a día de hoy y con la información de que disponemos, perfilar los extremos últimos de dicho y posible “druidismo” hispano céltico.

Por otra parte, volviendo a la idea de los espacios naturales como espacios propicios para la comunicación “con los Dioses”,  debemos entender que entre pueblos como los lusitanos, galaicos, astures, cántabros, celtíberos, vettones o vacceos; los montes, ríos y bosques, no serían solamente barreras naturales y fronteras privilegiadas entre diferentes comunidades. Sino que al igual que para muchos otros pueblos célticos europeos, constituirían verdaderos santuarios. Es decir, lugares puestos bajo el patrocinio de una determinada divinidad. Viriato pasa así los inviernos y según la interpretatio romana en un monte consagrado a la diosa Afrodita cercano al Tajo (Apiano, Iber. 64-66), y hace al tiempo de un espacio sagrado un refugio y guarida. Posiblemente la misma idea se encuentre en la huida a las montañas de los lusitanos perseguidos por Bruto (Iber. 71), y en los cántabros de Bergidum, que acosados por los ejércitos de Augusto se guarecen en el Mons Vidius (Floro II, 33, 49-50; Orosio VI 21, 4-7 y Dion Casio LIII 25, 2) (González García 2007: 408). En la misma línea podemos recordar la referencia de Marcial a un monte sagrado en la Celtiberia llamado Mons Caius (4, 55, 1-3), o el Mons Herminius en el que se refugiará frente a Julio César la última resistencia lusitana (Dion Casio 37, 52).

Estamos de nuevo frente a ese concepto tan característicamente céltico del nemeton o “bosque sagrado”, del paraje natural que es limítrofe entre el mundo visible y el mundo Invisible,  entre el mundo de los Dioses y Daemones y el mundo de los Hombres.

Un caso interesantísimo de este tipo de espacios y para la Hispania céltica será el santuario al aire libre de Peñalba de Villastar, en Teruel. Donde se encuentran alrededor de una veintena de epígrafes paleohispánicos de entre el siglo I a.C. y el I d.C. siendo de especial interés la inscripción referida al dios pancéltico Lug. Dios asociado desde la interpretatio romana a Mercurio-Hermes, y considerado el dios más popular entre los celtas. También será muy destacable su localización, fundamentada exclusivamente en el paraje y no en ningún tipo construcción que pueda dar lugar al surgimiento del santuario. Este lugar presenta un paisaje imponente de barrancos y crestas rocosas, que bien pudo servir de lugar de peregrinación para diversos pueblos, y que estaría situado estratégicamente en una zona fronteriza entre el mundo ibérico, y el mundo celtibérico (Alfayé Villa 2005).

Con respecto a esas inscripciones votivas grabadas en la roca, encontraremos lo que parece una ofrenda de campos y tierras de labor a Lug. Se mencionan también los nombres de los meses en los cuales se llevará a cabo dicha ofrenda, meses que podrían coincidir con la fiesta céltica del Lughnasadh de acuerdo al calendario celta de Coligny, calendario proveniente de las Galias y verdadero documento de ciencia druídica de época ya romana (Blázquez Martín 2005: 223-224). Indudablemente esta información relativa a Lug, y a este santuario ubicado en territorio celtibérico, nos ponen frente a la dimensión religiosa de la Celtiberia así como frente a elementos fundamentales de su panteón. Elementos que presentarán entonces interesante analogías respecto de lo que se ha podido documentar para el mundo céltico de las Galias o Britania.

[1] Marcial nos hablará de un encinar sagrado en Hispania, en el Mons Burado (4, 55, 23); de un monte sagrado en la Celtiberia, el Mons Caius (4, 55, 1-3) y de otro bosque sagrado en Hispania en Vadavero (I, 49, 5 ss). Justino por su parte nos señalará la existencia de un bosque sagrado en Galicia (XLIV, 3, 6).(Peralta Labrador 2000: 240).

 [2] El encontrarnos con la idea de “bosque o paraje sagrado” tanto en el mundo céltico como en el mundo germánico, nos induce a pensar en el nemeton como una idea espiritual propia de las culturas de la Edad del Hierro.

 [3] Estos dos niveles corresponderían a eso que hemos llamado “Más allá Celestial” y “Más allá Telúrico”. El primero de ellos Sobrenatural y  Trascendente y objeto de una vindicación ética. Y el segundo, preternatural y mágico y objeto del rito propiciatorio. El primero por decirlo así pone el acento en la Trascendencia y el segundo en la Inmanencia. Una inmanencia que hay que entender no en términos materialistas sino por decirlos así “animistas”: Esto es, escenario de “númenes” (numina)  o “genios y espíritus”  de las cosas. De una concepción del Mundo en la que las fuerzas de la Naturaleza “tienen Alma” (Anima Mundi).  Son “alguien y no algo”.
Allá donde las religiones tiendan a bandear hacia la Trascendencia de manera cada vez más unilateral, surgirán los monoteísmos. Allá donde las religiones tiendas a bandear hacia la Inmanencia, surgirá el panteísmo. Desviaciones el uno y el otro respecto de la relación y jerarquía entre “Cielos y Tierra”.

 [4] Sacrum facere: Mediante el sacrificio heroico el guerrero soltaría lastre de lo meramente natural y se elevaría hasta asociarse íntimamente con la Divinidad. Dando cumplida realización a una cierta metamorfosis por la cual el guerrero deviene en Héroe y por ende en “Hombre Superior” o semidiós (Sopeña 1987: 132-135).

 [5] “También hay unos filósofos o teólogos que son objeto de honores extraordinarios y reciben el nombre de druidas” (Diodoro de Sicilia, Hist. V, 31, 2-5); “(los druidas) se ocupan de todo lo que tiene que ver con los Dioses, están al cargo de los sacrificios públicos y privados y regulan el culto (…) se piensa que sus enseñanzas fueron adquiridas en Britania y desde aquí llevadas a la Galia” (César, B.G. VI, 13-14) ó “(los druidas) aseguran conocer el tamaño y la forma de la Tierra y el firmamento, el movimiento del cielo y los astros y el destino trazado por los Dioses (Pomponio Mela, Corog. III, 2, 18-19).

 [6] Sobre los conceptos de Religión, Ritual y Sacrificio ver Cabrera Díez 2010: 29-65 y Alfayé Villa 2011.

Escrito por Gonzalo Rodríguez, extraído de: http://gonzalorodriguez.info/espacios-sagrados-y-druidismo-en-la-hispania-celtica/

martes, 2 de agosto de 2016

Subvenciones públicas concedidas a Movimiento contra la Intolerancia en 2015

Examinando el boletín oficial del estado (BOE) y los equivalentes autonómicos, provinciales y locales es posible hacerse una idea aproximada del dinero público que se destina a esta ONG. Los datos que aquí se facilitan son casi exhaustivos (casi, puesto que es probable que se hayan quedado fuera del cómputo algunas subvenciones, dada la multiplicidad de organismos públicos que subvencionan, aunque es esperable que estas subvenciones no computadas sean de relativamente escasa cuantía), además de rigurosos (como acredita la mención del boletín oficial correspondiente al lado de cada noticia sobre la cantidad de dinero obtenida).



Los datos de subvenciones son referidos a lo publicado en boletines oficiales de estos organismos públicos en el año 2015, lo cual no quiere decir que las subvenciones correspondan necesariamente a ese año, sino que se han hecho públicas ese año (esto tampoco es demasiado importante pues, aproximadamente, si en 2015 figura lo del año 2014, en 2014 figurará lo del año 2013). En los eventuales ingresos procedentes de entidades privadas, como empresas o bancos, no se va a entrar; es casi imposible recabar información sobre esto.

Esta ONG, Movimiento contra la Intolerancia, es bien conocida del público debido a su intensa actividad de naturaleza política e ideológica, lanzando propaganda a favor de la inmigración y de la interculturalidad (“campañas de sensibilización social”), con una destacada presencia en institutos y otros centros de enseñanza. También se ocupa esta ONG de la denuncia de presuntos casos de racismo contra inmigrantes no blancos. Forma parte, igualmente, del burocrático Consejo para la Promoción de la Igualdad de Trato y no Discriminación de las Personas por el Origen Racial o Étnico y de su Red de Centros de Asistencia a Víctimas de Discriminación por Origen Racial o Étnico.
Obtuvo un total de 708.159 euros tan solo a través del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en tres momentos distintos: 390.850 euros (BOE núm. 39, del 14 de febrero de 2015), 174.852 euros (BOE núm. 39, del 14 de febrero de 2015) y 142.457 euros (BOE núm.295, del 10 de diciembre de 2015). El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad le proporcionó 31.200 euros (BOE núm. 286, del 30 de noviembre de 2015).

La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía le dio 2.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 4.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 1.800 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015), 2.000 euros (BOJA núm.143, del 24 de julio de 2015) y 15.000 euros (BOJA núm.10, del 16 de enero de 2015). Totalizan 24.800 euros. La Consejería de Justicia e Interior de esta misma autonomía le facilitó 15.699 euros (BOJA núm.46, del 9 de marzo de 2015). Y la Consejería de la Presidencia y Administración Local 2.100 euros (BOJA núm.216, del 6 de noviembre de 2015).
    
La Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid le hizo entrega de 10.000 euros (BOCM núm.182, del 3 de agosto de 2015), así como de otros 20.000 euros (BOCM núm.182, del 3 de agosto de 2015). 1.916 euros de dio la Consejería de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación de la Comunidad Valenciana (DOCV núm.7632, del 8 de octubre de 2015).  
    
Movimiento contra la Intolerancia alcanza de este modo la cantidad de 813.874 euros de dinero público. Es el equivalente a pagar el Plan Prepara a 339 desempleados (a razón de 400 euros al mes durante 6 meses).

Extraído de: http://circulo-identitario-nietzsche.blogspot.com.es/2016/06/subvenciones-publicas-concedidas.html

lunes, 1 de agosto de 2016

La espera del mañana y la pérdida del presente


Hay quienes viven esperando imitar un ayer que fue, a todas luces, mucho mejor, quienes se pasan la vida sentados recordando, o moviéndose recordando, invocando a quienes ya no están, para que continúen o despierten una revolución que empezaron antaño y que hoy nadie sabe como continuar. Y es en ese vestirse de ayer que quedamos desnudos hoy, sin capacidad de ser o estar, de hacer y perdurar, de derruir para poder acabar con este gigante que amenaza con borrar nuestra honra hasta de la mismísima historia.
La mejor manera de custodiar el Honor pasado, es representándolo hoy, y sólo el sacrificio diario, la constante en la lucha, y la ética combatiente avalada por la entrega de la vida, en pos de la lucha, sin anteponer NADA a la misma, hablarán de ti como fiel heredero. Los logros en un sistema corrupto, rentables en un sistema corrupto, respaldados por un sistema corrupto, sólo mostrarán una triste realidad: acciones y hombres corruptos…No busques en los rebaños, busca en las manadas…

Escrito por Aurora, extraído de Asociación Cultural Gladius Hispaniensis: https://asociacionculturalgladiushispaniensis.wordpress.com/2016/03/13/la-espera-del-manana-y-la-perdida-del-presente/