sábado, 25 de febrero de 2017
De la chusma - “Así habló Zaratustra” Friedrich Nietzsche
La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los demás, allí todos los pozos quedan envenenados.
Por todo lo limpio siento inclinación; pero no soporto ver los hocicos de mofa y la sed
de los impuros.
Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su repugnante sonrisa.
El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus sucios sueños, han envenenado incluso las palabras.
Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus húmedos corazones; también el espíritu borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.
Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al árbol frutal su mirada lo vuelve fácil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.
Y más de uno que se apartó de la vida, se apartó tan sólo de la chusma: no quería compartir pozo y llama y fruta con la chusma.
Y más de uno que se marchó al desierto y padeció sed con los animales rapaces, únicamente quería no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.
Y más de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de
frutos, sólo quería meter su pie en la boca de la chusma y así tapar su gaznate.
Y el bocado que más se me ha atragantado no es saber que la vida misma necesita enemistad y muerte y cruces de tortura: -Sino que una vez pregunté, y casi me asfixié con mi pregunta: ¿Cómo? ¿La vida tiene necesidad también de la chusma? ¿Se necesitan pozos envenenados, y fuegos malolientes, y sueños ensuciados, y gusanos en el pan de la vida?
¡No mi odio, sino mi náusea es la que se ha cebado insaciablemente en mi vida! ¡Ay, a menudo me cansé del espíritu cuando encontré que también la chusma es rica de espíritu!
Y a los que dominan les di la espalda cuando vi lo que ellos llaman ahora dominar: chalanear y regatear por el poder – ¡con la chusma!
Entre pueblos de lengua extraña he habitado con los oídos cerrados: para que la lengua
de su chalaneo permaneciese extraña a mí, y su regatear por el poder.
Y tapándome la nariz he pasado con disgusto a través de todo ayer y todo hoy: ¡en verdad, todo ayer y todo hoy hiede a chusma que escribe!
Igual que un lisiado que se hubiera quedado sordo y ciego y mudo: así viví yo largo
tiempo, para no vivir con la chusma del poder, de la pluma y de los placeres.
Fatigosamente subía escaleras mi espíritu, y con cautela; limosnas de placer fueron su alivio; apoyada en el bastón se arrastraba la vida para el ciego.
¿Qué me ocurrió, sin embargo? ¿Cómo me redimí de la náusea? ¿Quién rejuveneció
mis ojos? ¿Cómo volé hasta la altura en la que ninguna chusma se sienta ya junto al pozo? ¿Mi propia náusea me proporcionó alas y me dio fuerzas que presienten las fuentes?
¡En verdad, hasta lo más alto tuve que volar para reencontrar el manantial del placer!
¡Oh, lo encontré, hermanos míos! ¡Aquí en lo más alto brota para mí el manantial del
placer! ¡Y hay una vida de la cual no bebe la chusma con los demás!
¡Casi demasiado violenta resulta tu corriente para mí, fuente del placer! ¡Y a menudo
has vaciado de nuevo la copa queriendo llenarla!
Y todavía tengo que aprender a acercarme a ti con mayor modestia: con demasiada violencia corre aún mi corazón a tu encuentro:
-Mi corazón, sobre el que arde mi verano, el breve, ardiente, melancólico, sobrebienaventurado: ¡cómo apetece mi corazón estival tu frescura!
¡Disipada se halla la titubeante tribulación de mi primavera! ¡Pasada está la maldad de mis copos de nieve de junio! ¡En verano me he transformado enteramente y en mediodía de verano!
Un verano en lo más alto, con fuentes frías y silencio bienaventurado: ¡oh, venid, amigos míos, para que el silencio resulte aún más bienaventurado!
Pues ésta es nuestra altura y nuestra patria: en un lugar demasiado alto y abrupto habitamos nosotros aquí para todos los impuros y para su sed.
¡Lanzad vuestros ojos puros en el manantial de mi placer, amigos míos! ¡Cómo habría él de enturbiarse por ello! ¡En respuesta os reirá con su pureza!
En el árbol Futuro construimos nosotros nuestro nido; ¡águilas deben traernos en sus
picos alimento a nosotros los solitarios!
¡En verdad, no un alimento del que también a los impuros les esté permitido comer! ¡Fuego creerían devorar y se abrasarían los hocicos!
¡En verdad, aquí no tenemos preparadas moradas para impuros! ¡Una caverna de hielo significaría para sus cuerpos nuestra felicidad, y para sus espíritus!
Y cual vientos fuertes queremos vivir por encima de ellos, vecinos de las águilas, vecinos de la nieve, vecinos del sol: así es como viven los vientos fuertes.
E igual que un viento quiero yo soplar todavía alguna vez entre ellos, y con mi espíritu cortar la respiración a su espíritu: así lo quiere mi futuro.
En verdad, un viento fuerte es Zaratustra para todas las hondonadas; y este consejo da a sus enemigos y a todo lo que esputa y escupe:
«¡Guardaos de escupir contra el viento!
Así habló Zaratustra.
De “Así habló Zaratustra” de Friedrich Nietzsche
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