sábado, 23 de diciembre de 2017

EL RURALICIDIO ESPAÑOL DEL SIGLO XXI


Una amenaza se cierne sobre el medio rural español. Según las últimas previsiones, de los 8.125 pueblos que existen en España, 4.955 tiene menos de 1.000 habitantes y se teme lo peor para ellos, su abandono.

Con la pérdida de estos pueblos y aldeas, se perderán a su vez, quizá para siempre, vínculos y tradiciones más que centenarias. No sólo es la desolación de las ruinas en que se convertirá el caserío de estos núcleos, es el naufragio de comunidades enteras que a lo largo de los siglos hicieron su vivienda allí, con sus fiestas y sus duelos: todo un modo de vida concreto y local desaparece. Los que han muerto en esos pueblos, allí quedarán enterrados sin que apenas nadie se acuerde de ellos. Los que abandonaron la aldea, quedarán desplazados y desarraigados, serán forasteros en la ciudad a la que se trasladen y tendrán mientras vivan la nostalgia de aquel lugar donde crecieron.

Se apuntan las causas de este abandono rural. Se habla del envejecimiento demográfico, del bajo relevo generacional, de la baja natalidad y de la escasez de puestos de trabajo… Todo ello parece condenar a nuestros núcleos rurales al abandono y la extinción. Todo eso es cierto. Faltan políticas eficaces que fomenten la natalidad española y que proporcionen el trabajo en los medios rurales; pero no es la solución omitir estas medidas necesarias mediante la sustitución de nuestra población natural, trocándola con población meteca; tampoco vale mantener artificialmente el entorno rural con empleos precarios y de obsolescencia programada a través de subvenciones. La política de natalidad debe ser auspiciada por ventajas reales que favorezcan que una familia pueda ser numerosa y, para esto, hay que ofrecer empleos de calidad, garantizando una estabilidad que hoy está puesta en tela de juicio por el deterioro de los derechos laborales, ejecutado por todos los partidos políticos oficiales. No queremos limosnas de Europa que nos subvencionan para aprisionarnos, manteniendo nuestra capacidad y competitividad productiva en los parámetros que marca el mercado global.

Pero si todo eso es cierto, tampoco podemos olvidar que el desmantelamiento de los servicios básicos –que se está realizando a cencerros tapados- contribuye mucho al abandono rural. Al oriente de la provincia de Jaén (que es lo que conozco de primera mano), en plena Sierra de Segura, encontramos todavía vestigios de una población diseminada en multitud de aldeas, algunas abandonadas hace décadas y otras que están bajo la espada de Damocles: en las que todavía permanecen los vecinos, estos resisten con los servicios mínimos, siendo constreñidos cada día más a un severo detrimento de estos servicios públicos. Parece que la tendencia es concentrar los servicios en el núcleo más poblado, lo cual podría ser hasta lógico teniendo en cuenta la dispersión poblacional. Tendríamos así tal vez el esquema de una estrategia que trataría de atraer a los que todavía resisten en la aldea, para que, abandonando sus moradas, vinieran a instalarse en el municipio más “populoso” incrementando su vecindad. Pero el hecho es que el mismo municipio “populoso” sufre de los mismos achaques que sus aldeas y, por otra parte, nada asegura que los vecinos de las aldeas terminen por asentarse en el núcleo más poblado de su referencia que, a su vez, está viéndose despoblar.

Para que, en vista de la crisis rural, una presunta estrategia como esa pudiera surtir efecto habría que tener previamente dotado al “municipio de referencia” de mejores servicios. En el caso de la comarca que conozco, la multitud de aldeas esparcidas por su vasto término municipal apenas cuenta con los servicios básicos: en algunas de ellas se está desmantelando incluso el servicio de correos y no han tenido nunca ni escuela ni ambulatorio. Pero si vamos al municipio referencial de esta comarca, resulta que el hospital comarcal más próximo lo tiene, por carretera de montaña, a una distancia de 61,6 kilómetros que suponen 1 hora y 26 minutos de viaje.

Nuestro medio rural no se encuentra dotado ni mínimamente de infraestructuras básicas, como son las sanitarias. Pero, sin embargo, nos consta a todos que algunas administraciones autonómicas han llegado a construir aeropuertos a troche y moche, aeropuertos que han costado su dinero construirlos, pero que no son rentables; y, más todavía, que suponen una constante sangría económica, pues mantenerlos abiertos no cubre los gastos y “además, casi más grave que el coste anual que suponen es su deuda. Entre estas 13 infraestructuras poco útiles suman más de 750 millones de euros en créditos que, funcionen o no, habrá que pagar” (según Inés Calderón, “A España le sobran 13 aeropuertos…”, elEconomista.es) ¿Ha visto usted exigirle responsabilidades a alguno de esos que, políticos o empresarios, tuvieron la brillante idea de sembrar España de aeropuertos vacíos? Yo, no. Lo que sí he visto son ancianos y ancianas, bajo la lluvia, ir desde sus aldeas andando al ambulatorio más cercano de Pontones y a todos los que me encontré los monté en mi coche para ahorrarles la caminata, faltaría más.

Tenemos así que nuestro medio rural está desfavorecido, desatendido en lo más básico y prioritario, mientras que señores de chaqueta y corbata realizan faraónicas obras aeroportuarias con el dinero de todos, nos endeudan y se van de rositas. Y mientras, no hay hospitales, las escuelas se cierran, los carteros no vienen; pero, eso sí, la gente paga sus impuestos como paganos.

Para mantener la población en el entorno rural hay que fijar anclajes: el laboral, el familiar, el sanitario, el educativo, el de las comunicaciones, conservando a capa y espada los servicios mínimos y haciendo para que dispongan de más y mejores. Esto no lo arreglará nunca una subvención aquí y otra allí para hacernos siervos de quien nos subvenciona: esto sólo puede arreglarlo una gestión inteligente de la administración que no puede prescindir de un auténtico compromiso ético y político, local y localizado, con la realidad rural.

Y si eso no llega, nuestros pueblos serán masacrados sin efusión de sangre.

Escrito por Manuel Fernández Espinosa. Extraído de Katehon:
http://katehon.com/es/article/el-ruralicidio-espanol-del-siglo-xxi

jueves, 21 de diciembre de 2017

El manejo del odio

Estamos viviendo uno de los episodios más graves de la España contemporánea. El golpe de estado independentista en Cataluña es fruto del manejo del odio, de los supuestos agravios, durante cuarenta años.

El estado de las Autonomías sólo ha servido para que medren los que manejan el odio entre españoles, en vez de ser un instrumento para hacer llegar la Administración al último lugar de España, a los ciudadanos. En una España que ya no discriminaba particularidades o lenguas regionales, sino que las hacía suyas, por lo que nadie se sentía extraño dentro de ella, sin motivo real para aborrecerla.

En Cataluña, aprovechando el viento a favor, un pequeño porcentaje de independentistas de siempre, empezaron con el proyecto de crear una nación artificial. Al principio no llegaban al veinte por ciento de la población, juntando a los comidos por el odio y a los que se aseguraban puestos en la Administración Autonómica, pasando por encima de compañeros suyos que se dedicaban a trabajar en vez de a conspirar. Y la cúpula catalana los bendijo y se unió a ellos, mientras aprovechaban para enriquecerse con la amenaza independentista.

Han tenido cuarenta años para fomentar el odio, tergiversar la Historia, culpar de todo lo malo al resto de España. Casi medio siglo culminado con la crisis económica más grave que hemos vivido los que a día de hoy somos la mayoría de la población, y por supuesto la han aprovechado para volverla en contra de España. De esa forma han conseguido convencer para unirse a ellos a casi otro treinta por ciento de la población, engañada y formada por sus maestros de la tergiversación. Hoy son, entre los malnacidos y los abducidos, casi la mitad de la población de Cataluña, porque se les ha permitido el adoctrinamiento, la abducción, por parte de la clase política de Madrid, admitiendo barbaridades a cambio de apoyos electorales.

Los políticos de Madrid no han tenido ningún problema para gobernar en mayoría con el apoyo de los generadores de odio, hayan sido del signo político que sea. De haber tenido un mínimo Sentido de Estado, de España, hubiesen gobernado en minoría, o adelantando nuevas elecciones.

Sorprendente es que, tras dos generaciones de sometimiento a los generadores de odio, cuarenta años de aleccionamiento en el agravio a las nuevas generaciones, en Cataluña sólo hayan convencido a casi un treinta por ciento más. Que el independentismo, aunque por poco, no llegue a la mayoría. Eso sí que da idea de la unión real entre españoles. En cualquier otro país, mucho menos tiempo y muchísimo menos aleccionamiento, daba lugar a independencias en cuanto moría el dictador de turno, como pasó en Yugoslavia, Checoslovaquia, la Unión Soviética… O los casos de países cohesionados solo por un interés económico o político y puntual, casi todos los descolonizados desde el siglo XIX hasta hoy, que se han dividido tras la independencia de la metrópoli en otros varios.

Extraído de la página de RESPETO:
https://www.respeto.eu/index.php/2017/10/06/el-manejo-del-odio/

domingo, 17 de diciembre de 2017

Odinismo e iniciación

La cosmogonía representa sobre todo la manifestación del poder creativo de los Dioses, y por tanto una prodigiosa irrupción de lo sagrado, se reitera de forma periódica a fin de regenerar el mundo y la sociedad humana. Porque la repetición simbólica de la creación implica una reactualización del suceso primigenio, y por consiguiente de los Dioses y sus energías creativas. El regreso al comienzo encuentra su expresión en una reactivación de las fuerzas sagradas que se manifestaron en la primera ocasión.

Si se restaura el mundo en el momento en que se encontraba en el momento que nació, y si son reproducidos los gestos realizados por primera vez por los Dioses al principio, la sociedad y todo el cosmos se convierten en lo que fueron: puros, poderosos, eficaces y con todas las posibilidades intactas.


Cada repetición ritual de la cosmogonía viene precedida por una regresión simbólica al caos. A fin de ser creado de nuevo, el viejo mundo debe ser primero aniquilado. Los diversos ritos llevados a cabo en relación con el Año Nuevo pueden clasificarse en dos categorías principales:

a) Los que significan un regreso al caos(por ejemplo, apagar hogueras, apagar hogueras, expulsar al “mal”, la inversión del comportamiento habitual, el retorno de los muertos)

b) Los que simbolizan la Cosmogonía(por ejemplo, alumbrar nuevas hogueras, la marcha de los muertos, la repetición de los actos utilizados por los Dioses para crear el mundo, la predicción solemne del tiempo para el año que viene)
En el escenario de los ritos iniciáticos, la “muerte” corresponde al regreso temporal al caos. Es la expresión paradigmática del final de un modo de ser; el modo de la ignorancia y la irresponsabilidad infantil. La muerte iniciativa proporciona una página en blanco sobre la que escribir las sucesivas revelaciones cuyo fin es la formación de un hombre nuevo.


La muerte iniciática es indispensable para el inicio de la vida espiritual. Su función debe entenderse en relación a lo que prepara: El nacimiento a un modo de SER mas elevado; la muerte iniciática suele estar simbolizada, por la oscuridad, la noche cósmica, por la matriz telúrica, que representan un estado latente del ser, en lugar de la total aniquilación en el sentido en que un miembro de las sociedades actuales concibe la muerte). Asimismo la muerte iniciática también significa la unión a la compañía de los muertos y de los antepasados.

Para la tradición arcaica el hombre es “hecho”; no se hace a sí mismo por sí mismo. Los que lo hacen son los viejos iniciados, los maestros espirituales. Pero estos maestros aplican lo que les fue revelado al principio de los tiempos por los seres sobrenaturales. Solo son los representantes de los seres, en realidad, en muchos casos los encarnan. El nuevo nacimiento iniciativo no es natural, este nacimiento requiere de ritos instituidos por los seres sobrenaturales; por ello se trata de una obra divina, creada por el poder y la voluntad de dichos seres; pertenece no a la naturaleza (en el sentido moderno y secularizado del término), sino a la historia sagrada

El segundo nacimiento iniciático no es una repetición del primer nacimiento biológico. Para poder alcanzar el modo de vida iniciático hay que conocer realidades que no forman parte de la naturaleza sino de la biografía de los seres sobrenaturales y de ahí arranca la historia sagrada preservada en los mitos.

En términos modernos podríamos decir que la iniciación pone punto y final al hombre natural e introduce al novicio en la cultura, pero la cultura es algo que como el hombre tiene su origen en lo sobrenatural. Es a través de la cultura como el hombre restablece contacto con los Dioses y otros seres sobrenaturales y participa en sus energías creativas, el novicio, al que la iniciación introduce a las tradiciones mitológicas de su pueblo, es así introducido a la historia sagrada del mundo y de la humanidad.

El momento central de la iniciación está representado en la ceremonia que simboliza la muerte del novicio y su retorno a la compañía de los vivos. Pero regresa a la vida como un hombre nuevo, asumiendo otro modo de SER. La muerte iniciática significa el fin inmediato de la infancia, de la ignorancia y de su condición profana. Estos ritos de nacimiento y resurrección y los símbolos que implican, indican que el novicio ha alcanzado otro modo de existencia, inaccesible para quienes no han pasado por los largos ritos iniciáticos, para los que no han probado la muerte (en sentido espiritual). La muerte iniciática es indispensable para el inicio de la vida espiritual.

Todo lo dicho lo podemos comparar con la ciencia, por ejemplo, para llegar al punto de partida de conocimientos que tiene un científico, éste ha tenido que aprender y asimilar unos conocimientos que le han sido DADOS, a partir de ahí él investiga y aporta cosas nuevas al mundo, que sin los conocimientos adquiridos previamente hubiera sido imposible. De la misma forma pasa en el mundo mítico y espiritual de las personas, hay una información y conocimientos que necesitan ser transmitidos, pero esto no pasa y a veces hay que partir de cero, porque este conocimiento no trae beneficios económicos inmediatos como hace la técnica.

Sin embargo estos conocimientos y esta sabiduría ancestral son tan absolutamente necesarios para nuestro espíritu como la técnica para nuestro cuerpo, por eso el Odinismo quiere volver a beber de las más antiguas raíces, y a la luz de nuestra sociedad moderna ser un nuevo concepto de RELIGIÓN.

Odinismo significa ruptura con el concepto clásico de religión, donde todas las iglesias están hechas por una organización rígida y burocrática, piradimal, donde la rigidez de los dogmas y la ausencia de libertad interior hacen irrespirable su ambiente para el hombre trascendente. Todas las iglesias tienen cientos de años de antigüedad, algunas miles, se construyeron para una sociedad y un tiempo. Pero la sociedad ha cambiado con tanta radicalidad que ahora es imposible para las iglesias ponerse al día. Son religiones que se dirigían a un pueblo ignorante, donde la miseria, la muerte y la injusticia era el día a día.

No se puede repetir el mismo mensaje que se decía a gente ignorante que a nuestra moderna sociedad formada culturalmente y alumbrada por la luz de la ciencia:

Hay una religión que sigue manteniendo, que cuando venga el Juicio Final, los cuerpos mortales, que solo son ya polvo resucitarán en su apariencia primitiva y serán eternamente jóvenes (si el resultado del tribunal es favorable, si gana el fiscal, lo que les espera es un infierno con toda clase de horrores) ¿Que Confesión religiosa en su sano juicio puede mantener la resurrección de la carne? Hay cosas que se caen solas alumbradas por la luz de la ciencia.

Odinismo es un nuevo concepto de Religión, una manera de afrontar la muerte y de vivir este mundo, apoyados en todo momento por la física cuántica y la ciencia en general, alimentándonos de nuestros mitos primigenios de nuestros pueblos indoeuropeos, pero mirando al futuro, queremos vivir un vida plena en este mundo y ser felices, pero sabemos que para ser feliz esta sociedad capitalista ofrece el Dinero como medio de conseguir cosas: solo se puede ser feliz según los capitalistas.



Odinismo contra Materialismo, contra el capitalismo salvaje, contra la injusticia, contra la locura y la desesperación. Odinismo con la Espiritualidad, el autocrecimiento y la felicidad plena, la vida en pareja satisfactoria para los dos, el orgullo comunitario y la libertad individual, Odinismo, que siempre estuvo y que va mas allá de la muerte, que solo es un estado temporal, vamos a pulverizar el concepto actual de muerte, en que es el fin absoluto de todas las cosas, y mostrar lo que es un estado temporal, que detrás están las reencarnaciones y que no es el fin; es una llamada a la alegría y la esperanza de nuestra gente.

Texto elaborado sobre los conceptos iniciaticos de Mircea Eliade

Extraído de: 
https://hispaniagothorum.wordpress.com/odinismoasatru/odinismo-e-iniciacion/

miércoles, 6 de diciembre de 2017

VOX, pieza clave en las causas relacionadas contra el golpismo catalán

Javier Ortega, abogado y Secretario General de VOX, ha estado presente en el interrogatorio realizado hoy a Oriol Junqueras, el resto de exconsellers y los 'Jordis' como acusación popular durante la vista celebrada ante el Tribunal Supremo. 

El Magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha aceptado la personación de VOX en la causa que instruye contra los exmiembros del Govern y del Parlamento de Cataluña y contra los líderes de las organizaciones civiles Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural por delitos de rebelión, secesión y malversación de fondos públicos cometidos durante el 'procés' que culminó con la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) del pasado 27 de octubre. 

Javier Ortega ha declarado a los medios que en su intervención en la vista ha exigido la prisión provisional sin fianza para Oriol Junqueras, el resto de exconsellers y los 'Jordis' al entender que existe posibilidad de fuga, reiteración delictiva y posibilidad de destrucción de pruebas o manipulación de las mismas. 

También ha manifestado a los periodistas que "desde VOX continuaremos toda la acusación popular hasta ver a todos los golpistas del Gobierno y de los miembros de la Mesa condenados por rebelión, sedición y por delitos de malversación de caudales públicos".

Extraído de la web de VOX:
https://www.voxespana.es/vox-pieza-clave-en-las-causas-relacionadas-contra-el-golpismo-catalan





martes, 5 de diciembre de 2017

Vaélico, el dios lobo

Vaélico es el nombre de una divinidad a la que se rendía culto en zona vettona. La etimología de su nombre deriva de “uailo-”, que quiere decir “lobo”, por lo que algunos investigadores proponen que este dios podría compararse al Sucellus galo, quien aparece representado como una piel de lobo y posee características ctónicas.



Índice
1 ¿Vaélico o Endovélico?
2 Vaélico y las cofradías guerreras
3 El Castro de El Raso (Candeleda, Ávila)

¿Vaélico o Endovélico?

Las similitudes entre características de ambos dioses -comenzando por su propio teónimo- han hecho pensar a varios estudiosos que se trataba de la misma divinidad, sólo que en cada territorio se le denominaba de una manera: en San Miguel de la Mota (Alentejo, Portugal) se le adoraba con el superlativo que remarcaba su grandeza y en El Raso de Candeleda (Ávila), simplemente con su nombre.

Sin embargo y a pesar de la semejanza de su nombre y su relación con el Inframundo, hay características en las que no coinciden. Por ejemplo, Vaélico no parece tener la relación con la salud que tiene Endovélico, ni el carácter oracular de éste ni tampoco una asociación al jabalí explícita, por lo que considero que son dos divinidades diferentes.

Vaélico y las cofradías guerreras

Las cofradías guerreras se basan en la asunción de las facultades feroces de un animal -en este caso, el lobo- a través de un ritual religioso en el que pueden intervenir ciertas bebidas a las que se atribuyen propiedades mágicas. Los gritos y aullidos que autores clásicos como Apiano o Tácito relatan en cuanto a los guerreros celtibéricos pueden estar relacionados con este frenesí guerrero obtenido a través de un rito mediante el cual el guerrero asumía las facultades del lobo.

Las cofradías guerreras supondrían un periodo de iniciación mediante el cual los aspirantes debían superar diversas pruebas hasta demostrar que podían pasar a formar parte de ellas. Se cree que las saunas encontradas en territorio galaico, vettón y lusitano podrían tener algo que ver con estas iniciaciones.

Estos guerreros pertenecerían a una élite y quizá se distinguían de los demás por su atuendo o cualquier otro tipo de distintivo; vendrían a ser una especie de “guerreros consagrados”, en este caso, al dios Vaélico, que se diferenciarían de los demás. Dado el carácter funerario del lobo, quizá era Vaélico el dios que les conducía al Más Allá, siendo un honor reservado tan sólo a estos guerreros consagrados.

El Castro de El Raso (Candeleda, Ávila)

En las afueras de este castro vettón encontramos un santuario con 19 aras dedicadas al dios Vaélico. Posteriormente, fue utilizado para levantar la ermita de San Bernardo, un santo local que, curiosamente -o no- era conocido por curar la rabia, una enfermedad al parecer muy común en la zona. En mi opinión, esto reafirma la identificación de Vaélico con el lobo ya que quizá esta ermita se levantó como una forma de oposición a ese “culto al lobo” precristiano que se llevaría a cabo en el santuario de Vaélico.

Cerca de la actual ermita corre un río, lo que conecta directamente con la idea del agua como vía de tránsito hacia el Otro Mundo y por tanto, con la idea de Vaélico como un dios relacionado con el paso al Más Allá.

Además, en las proximidades del santuario se han encontrado materiales relacionados con la minería, lo que nos vuelve a conducir al carácter ctónico de Vaélico. Lo que existe bajo tierra se consideraba que pertenecía a los dioses relacionados con el Inframundo por lo que no sería raro que Vaélico fuera considerado una especie de “patrón” o protector de los mineros y que éstos le ofrendaran sus herramientas de trabajo. Algo similar ocurre con la diosa lusitana Ataecina, también de carácter ctónico y alrededor de cuyo santuario en Santa Lucía del Trampal (Cáceres) se han encontrado igualmente objetos relacionados con la minería.

BIBLIOGRAFÍA

BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.M. (1995) Diccionario de las Religiones prerromanas de Hispania. Ediciones Istmo
OLIVARES PEDREÑO, J. C. (2002) Los Dioses de la Hispania Céltica, Real Academia de la Historia
SOPEÑA GENZOR, G. (1987) Dioses, ética y ritos: aproximación para una comprensión de la religiosidad en los pueblos celtibéricos, Prensas de la Universidad de Zaragoza

http://gonzalorodriguez.info/la-figura-del-lobo-y-la-tradicion-guerrera-en-la-hispania-celtica/

sábado, 2 de diciembre de 2017

PRENSA INDEPE: ADIOS...



LA PRENSA CATALANA, REFLEJO DEL “HUNDIMIENTO”.- Posiblemente, si el gobierno del Estado hubiera conocido la realidad del panorama de la comunicación en Cataluña se hubiera evitado aplicar el 155 y todo habría podido quedar en una pequeña reunión con los directores de los medios para que el fenómeno se deshinchara. Bastaba con amenazarles con cortar el inaudito flujo de subvenciones. Ellos mismos hubieran rectificado por iniciativa propia. Nos explicamos.

Expresada de manera directa, la tesis que sostenemos es:

1) Los medios de comunicación catalanes recibían sin excepción subsidios por parte de la Generalitat, especialmente a partir de 2010.

2) Estos subsidios condicionaban la información que presentaban a la opinión pública y daban cabida a periodistas, editorialistas, tertulianos que, o bien eran simples mercenarios o bien eran transmisores de los criterios de la gencat.

3) El papel oficialista de los medios de comunicación catalanes les había enajenado seguimiento por parte sustancial de la población y, en la práctica, se fue reduciendo cada vez más al sector independentista.

4) El hecho de que el independentismo haya distado mucho de tener “fuerza social” necesaria para sus fines, se demuestra por el hecho de que cuanto más independentista era la prensa en Cataluña, más descendían sus ventas y se restringía su difusión.

5) Tras la intervención previa de las cuentas de la gencat por parte del Estado se ha producido un vuelco en todos los medios de comunicación que hasta ese momento habían hecho el juego al proyecto independeta de la gencat.

6) En la actualidad ya no existen “medios de comunicación independentistas”, salvo en el entorno de la Corporación Catalana de Radio Televisión que sigue propinando algunas puyas de tanto en tanto (llamar a Cipollino, “presiden en el exili”).

Tratemos de explicarnos con algo más de detalle.

EL CASO DEL DIARIO “ARA”

Por ejemplo: el diario Ara. Su eslogan podría ser “nacido con el procés”. Efectivamente, vio la luz el 28 de noviembre de 2010. Venía avalado por tres periodistas “prestigiosos” en el medio nacionalista: Antoni Bassas, Mónica Terribas y Toni Soler. Su primer número apareció el 28 de noviembre de 2010 coincidiendo con las elecciones que dieron la victoria a Artur Mas. La mayoría de nombres que se fueron sumando eran “periodistas del régimen” nacidos profesionalmente durante el pujolato y que habían vivido a la sombra de la gencat a través de TV3 o de Catalunya Radio. Desde el principio el Ara se caracterizó por dos rasgos, por este orden:

- apoyo decidido al independentismo catalán y

- ser deficitario desde el primer momento, no haber dado ni un euro de beneficios.

Estos dos elementos se entienden mucho mejor si se observa su web y se ve de manera sorprendente que en la parte inferior aparece el logo de la Generalitat de Catalunya – Departamento de Presidencia. Y pensar que en Cataluña hay gente que criticaba a la “prensa del Movimiento” (hoy lo que fue redacción y rotativas de los dos diarios de la “cadena del Movimiento” franquista en Cataluña, Solidaridad Nacional y La Prensa, está ocupado en solitario por las oficinas del “depósito legal catalán”…). Así pues, a falta de lectores, quien paga el diario es la gencat.

Y a todo esto, ¿cómo va de lectores el diario. Fatal. En 2012, la edición impresa tirada 30.485 ejemplares y vendía 16.373. En 2016 la tirada se había reducido a 6.128 y apenas se vendían 2.706 ejemplares… Hoy estamos seguros de que las ventas serán aún menores. Pero es que la “edición digital” está por las 20.182 consultas diarias… que está al nivel del Ahoraleon.com o del Albacetecapital.com. Así pues, puede decirse del Ara.cat que, su influencia es minúscula y que, en la práctica, su audiencia irrelevante y apenas sirve para desviar fondos con los que alimentar a una pequeña corte mediática al servicio del único patrón real: la gencat y su proyecto independeta.

EL AVUI: CASO ÚNICO EN LA PRENSA MUNDIAL

El diario Avui, nacido en la transición, puede alardear de ser el “decano de la prensa en catalán”. En sus 40 años de existencia, siempre, absolutamente siempre, ha sido deficitario y amamantado por las ubres de la gencat que le han otorgado el favor que nunca ha gozado del público. Después de ir renqueando durante ¡40 años! el Avui terminó fusionándose con otro diario no menos patético, El Punt Diari, que arrastraba similar déficit. En 2012 El Punt Avui tiraba 34.363 ejemplares y vendía 26.513, pero cuando el proceso ya estaba en marcha, en 2016, la tirada había descendido a 24.734 y las ventas a 21.939.

Hay que decir que las “ventas” de esta prensa incluían las suscripciones que realizaban todas las oficinas de la gencat y de buena parte de los entes públicos dependientes de la institución.

LA VANGUARDIA, HACIA EL SOL QUE MAS CALIENTE

Queda por aludir a lo que durante décadas fue el “boletín interno” de CiU y una especie de “diario oficial de la gencat”, La Vanguardia. El buque insignia del conde de Godó, elevado a grande de España por Juan Carlos I, puede darse, como el Bismarck en el Atlántico Norte, por torpedeado, con el timón averiado y sin rumbo. Su caída ha revestido caracteres de tragedia griega pasando de 202.486 ejemplares de tirada y 172.263 de difusión en 2012 a 136.508 de tirada y 114.960 de difusión, lo que supone casi un 40% de pérdida de lectores en apenas cuatro años. ¿Qué ha ocurrido? Es muy sencillo de explicar: la apuesta desmesurada de La Vanguardia por la causa independeta le ha llevado a una pérdida masiva de lectores y, lo que es peor para la empresa: el que buena parte de los que quedan, son lectores de edad, habituados desde hace 60 años a leer el mismo medio y que ahora ya no se sienten en condiciones ni de tirar por la vía digital ni de cambiar de medio convencional.

Lo más sorprendente en el caso de La Vanguardia es que la pérdida mayor de lectores se ha producido en la edición en castellano (37.280 lectores menos en cuatro años), pero también han descendido los lectores de la edición en catalán (16.352 menos en el mismo plazo). Lo que indica que “unionistas” y “catalanistas moderados” han abandonado la lectura del medio decano de la prensa en Cataluña.

LOS DIARIOS “UNIONISTAS” EN CATALUÑA

Esto por lo que se refiere a los diarios del “bloque independentista”. A los del “bloque unionista” no les ha ido mejor. La diferencia es que solamente uno (El Periódico) ha recibido alguna ayuda pública de la gencat. El resto (El Mundo, el ABC, El Pais) son ediciones catalanas de diarios, originariamente madrileños. Estos diarios ha visto como descendían en todos los casos sus ventas entre 2012 y 2016: 32.552 en el caso de El Periódico, 22.671; El País, 13.409, El Mundo y 6.096 el ABC. Lo que da un total de pérdidas de lectores de 68.922 ejemplares, mientras que en el bloque independentista esta cifra se eleva a 109.143. El porqué todos han perdido es fácil de explicar:

- la prensa convencional ha ido descendiendo de tiradas a medida que avanzaba la implantación de los medios digitales y esto ha afectado a toda la prensa.

- el cansancio de la opinión pública harta de noticias sobre el “procés” que se reflejaba en la prensa diaria ha hecho que muchos lectores terminaran por inhibirse de los medios que consultaban habitualmente.

- el cierre masivo de puntos de venta de diarios, especialmente en Barcelona que hoy hace incluso difícil poder comprarlos.

- por la polarización del sector de lectores que o bien eran independentas y no querían informaciones “unionistas”: y, en este sentido, resulta claro que los unionistas han perdido menos lectores.

¿POR QUÉ LOS DIARIOS INDEPENDENTISTAS ERAN INDEPENDENTISTAS…?

La pregunta que cabría formularse es: a la vista de que la pérdida de lectores ha sido de prácticamente el doble para los diarios que se han lanzado por la pendiente “independenta”, ¿cómo es que sus directores no han advertido que estaban perdiendo audiencia y han rectificado sus planteamientos? La respuesta es igualmente simple: cuando un medio de comunicación deja de depender de las ventas, ni su dirección ni sus redactores se interesan por la calidad del producto, ni por el sentir de los lectores, sino que su trabajo se centra únicamente en contentar a la institución de la que dependen y que, a fin de cuentas, es la única que garantiza su salario: en este caso, la gencat… Así que estos medios no podían hacer otra cosa más que apoyar al independentismo promovido desde la Plaza de Sant Jaume. Elegir otra vía en estos momentos de cambio de lo convencional por lo digital y de pérdida de lectores generada por la crisis iniciada en 2008, era un salto al vacío: había pues que garantizar el salario… y esto pasaba por alabar y rendir pleitesía al enloquecido proyecto elaborado por Mas-Cipollino.

La prensa catalana fue víctima de la alucinación colectiva de la que fue presa toda la región: incluso quienes no eran partidarios del independentismo se dejaron impresionar por las altas cifras de manifestantes de los 11-S de las que alardeaba la gencat y que, inmediatamente, reproducían sus medios amamantados. Esto les reforzó en la idea de que “quizás”, “a lo mejor”, el proyecto triunfaba: por otra parte, los unionistas parecían no responder así que… ¿porqué no iba a triunfar el independentismo? Se impuso el relato de que “el Estado es débil y no tiene capacidad para reaccionar” y que “en Europa no pueden prescindir de Cataluña”. Además, no era que los directores de los medios siguieran esta línea, es que querían seguirla, porque, de triunfar, estaba claro que ellos hubieran sido sus principales beneficiarios: tendrían un salario elevado por el resto de sus días y sin preocuparse por el número de lectores, las tiradas o los índices de audiencia.

EL CHOQUE CON LA REALIDAD: ADIOS PRENSA INDEPENDETA, ADIOS

Y entonces llegó el choque con la realidad que adoptó la forma de tres números: 155. Antes, Hacienda ya había intervenido preventivamente las cuentas de la gencat. Se produjo la debacle: los medios independentas dejaron de ver como la gencat compensaba sistemáticamente sus elevados, reiterados y consuetudinarios déficits. Al Avui le fue imposible dar marcha atrás: casi el 50% de la plantilla corre en estos momentos el riesgo de verse en la calle a través de un ERE que afecta a 91 trabajadores. ¿Motivo reconocido? El descenso de publicidad institucional procedente de la gencat desde la aplicación del artículo 155.

La cosa no ha ido mejor en el Ara. Al haberse despedido del régimen de subvenciones, publicidad de la gencat y suscripciones de los departamentos de la institución, se enfrenta a la realidad de una empresa que durante siete años ha sido deficitaria y que no hay forma de rentabilidad. La salida es incorporar a un socio capitalista lo suficientemente ingenuo como para pensar que el diario puede rentabilizarse y que odie suficientemente al PP como para estar interesado en participar en la aventura. Jaume Roures tiene todos los números para quedarse un diario prácticamente deshauciado. Desde su nacimiento, la gencat ha canalizado 2,5 millones de euros en subvenciones directas al Ara constatables y probablemente cantidades similares en concepto de publicidad.

Pero lo sorprendente es constatar la actitud que han tomado todos estos medios cuando el grifo de la gencat se ha cerrado: el giro más espectacular, sin duda, ha sido el dado por el conde de Godó y por La Vanguardia, que incluso una semana después del 1-O seguía jaleando a Cipollino y daba por hecha “la república independiente de su casa”, y que, al irse despejando la situación ha dejado en la estacada a quien ya no va a poder orientar publicidad institucional. Toda su línea de mando se ha vuelto, de repente, “crítica con el independentismo”. Incluso muy crítica. Y lo han hecho sin experimentar la más mínima vergüenza, ni el menor empacho, demostrando su naturaleza de plumas mercenarias mecidas por el viento. La Vanguardia, en otro tiempo “Española”, que jaleó al franquismo a lo largo de 40 años, fue nacionalista durante el pujolato, independentista en los años patéticos del no menos patético “procés”, ahora, se vuelve hacia el “regionalismo unionista”, haciendo gala del mismo “seny” del que ha alardeado.

RADIO Y PRENSA DIGITAL INDEPENDENTISTA

El “señor conde”, tiene un problema mayor en el RAC1, hasta ahora la radio independentista de mayor audiencia. Consciente de que le va a resultar muy difícil estar en misa y repicando, su problema es quién poner al frente de la emisora que, por una parte no genere una estampida de colaboradores afectos al independentismo, de otra congraciarse de nuevo con la patronal catalana y, finalmente no perder excesiva audiencia. De momento, el cargo sigue vacante tras la dimisión de Eduard Pujol y su incorporación a la candidatura de Cipollino para las próximas elecciones. El RAC1 había puesto al “señor conde” en muchas dificultades al defender casi colectivamente la DUI. Eduard Pujol dimitió antes de ser cesado.

En lo que se refiere al Ara, el cambio de orientación fue previo al 1-O cuando resultaba evidente para algunos analistas que la aventura del “procés” estaba tocando a su fin. El diario, aparentemente independentista, no dio su apoyo a la DUI, a diferencia del Avui y fue, por ello, muy criticado en esos medios. La cosa venía de lejos. En septiembre de 2016, culminó la deserción de una decena de periodistas del Ara hacia Nació Digital, “líder del espacio digital catalán”, nuevo invento de la gencat para “hacer más ruido”. El Nació Digital fue creado en septiembre de 1995 en Vich como empresa privada, pero no hay que engañarse: la gencat es la que ha mantenido con vida a este medio (que sólo en septiembre de 2016 cobró 224.000 euros en subvenciones), seguida por Vilaweb (que le siguió con 135.000 euros, siendo ambas, arietes del “procés” en el mundo digital.

Después del 1-O y cuando la aplicación del 155 era cosa de días, los representantes de estos medios digitales se reunieron para afrontar la nueva situación: durante unos meses no podrán contar con el balón periódico de oxígeno insuflado por la gencat a cambio de sostener sus aventuras. Eso implicaba afrontar el hecho de que el período de las “vacas gordas” había concluido y de que ahora deberían contar con sus propias fuerzas (a la vista de que la empresa privada no se siente particularmente estimulada para invertir en negocios ruinosos). La asamblea de medios intentó pactar una política común. Pero no es optimismo lo que en este momento impera, sea cuál sea el resultado del 21-D.

El estado de los medios de comunicación en Cataluña es el reflejo del fracaso del procés. Pero no sólo eso: es una muestra del oportunismo, de la falta de escrúpulos morales de una prensa subsidiada y que se pone al servicio de quien tenga las llaves de la caja. Mientras el “procés” iba viento en popa, los grandes “analistas”, los “tertulianos” habituales de los cenáculos mediáticos independentistas, prestaban su apoyo interesado. Cuando los independentas han dejado de tener las llaves de la caja, todos esos medios, SIN EXCEPCIÓN, han cambiado las orientaciones de sus editoriales: donde dije digo, digo Diego…

Hemos dicho en muchas ocasiones que instituciones como el Omnium Cultural o la ANC, no existirían, ni siquiera hubieran sido fundadas, de no ser por las decenas de millones recibidos desde su comienzo mismo. El pujolato demostró que era posible generar un régimen “a la andaluza”, simplemente forjando a golpes de subsidios a franjas clientelares (que si asociaciones sardanistas, que si grups de diables y grallers, que si peñas castelleras y un largo, larguísimo etcétera). La cosa no es nueva: desde los tiempos del Conde de Güell, la cultura catalana nacionalista estuvo subvencionada, prácticamente a fondo perdido, creada en buena medida “bajo demanda”. Durante el pujolato, a pesar de la inmersión lingüística, de ganarse a las direcciones de buena parte de las casas regionales establecidas en Cataluña, después de estimular por la vía del subsidio a la rotulación de comercios en catalán y penalizar por vía de denuncia a quienes mantenían los rótulos en castellano, incluso la lengua catalana se convirtió en subsidiada… pero no logró iguales ni remotamente los niveles de utilización del castellano.

El ejemplo de la prensa catalana muestra el riesgo de operaciones de este tipo: cuando desaparecen los subsidios, desaparece también ese tipo de prensa, se reorienta, se recicla, invierte su funcionalidad… Ni la prensa subvencionada resiste el paso del tiempo, ni una cultura hinchada artificialmente supera el momento en el que se detienen o disminuyen esas subvenciones. Tal es el riesgo para la cultura catalana que en los últimos 40 años se ha orientado completamente, primero del lado del pujolismo, y luego del “procés”, constituyendo la reserva clientelar de ambos.  

Extraído de InfoKrisis, escrito por Ernesto Millà: 
http://infokrisis.blogia.com/2017/112501-prensa-indepe-adio....php 

viernes, 27 de octubre de 2017

Prioridad Nacional - Rafael Ripoll


¡¡¡Por favor, comparte!!!

La globalización ha utilizado la inmigración para barrer todos los derechos laborales y sociales de los trabajadores españoles. Además, ha traído consigo enormes conflictos de convivencia y violencia. La delincuencia y el terrorismo se han extendido en nuestra tierra, posturas intolerantes como las islamistas son una condena para las mujeres. El paro se extiende a la vez que la inmigración. Los españoles apenas pueden acceder a ayudas. Por eso, es necesaria la Prioridad Nacional en todos los sentidos, por sentido común y supervivencia.

Voz de Rafael Ripoll, presidente del partido patriota RESPETO:
http://www.respeto.eu/

lunes, 23 de octubre de 2017

El modo de vida tradicional - Antonio Medrano


Cuál es la forma de vida propia del hombre de la Tradición? ¿Cuáles son la actitud y el estilo existencial más conforme a la vía tradicional? ¿Cómo hemos de conducirnos en nuestra vida diaria si queremos recorrer el camino el camino que la Sabiduría perenne nos enseña? ¿Qué pauta o norma de vida podemos seguir para aproximarnos cada vez más a su verdad en medio de un ambiente hostil como el de la actual civilización? He aquí algunos de los interrogantes que se plantean de forma inmediata quienes entran por primera vez en contacto con la doctrina tradicional, todos aquellos que comienzan a despertar al resplandor de su luminoso e imperecedero mensaje.

Puesto que la Tradición o la Sabiduría es ante todo vida, una forma integral de vivir, una realidad para ser vivida en todos y cada uno de los momentos de la existencia, no podría formularse pregunta más certera y oportuna como ésta acerca de la forma de vivir tradicional. Es esta la primera pregunta que todos deberíamos hacernos, no por pura curiosidad intelectual, sino para darle respuesta y proceder después en consecuencia tratando de aplicar dicha respuesta a nuestra propia vida única y uniforme, válida indiscriminadamente y por igual para todos los seres humanos. Más que de modo de vida tradicional habría que hablar, en rigor, de modos de vida tradicionales; pues múltiples y diversas son las vías existenciales que presenta el mundo de la Tradición, ofreciendo en este campo una rica gama de posibilidades adaptadas a las diferencias de época y lugar, así como a la diversidad de tipos humanos y de formulaciones doctrinales. En primer lugar, la forma de vida varía, en numerosas cuestiones de detalle, según las tradiciones. No es el mismo el modo de vida de un musulmán que el de un hindú, o el de un cristiano y un taoísta, como tampoco serían evidentemente idénticas las normas que regirían la vida de un antiguo germano y aquellas a las que ajustaba su existencia un egipcio o un azteca.

Y, en segundo lugar, aun cuando nos situemos dentro del contexto de una misma tradición, el modo de vida diferirá según la inclinación vocacional predominante en cada “casta” o tipo humano, según el sexo y condición de cada persona y según su capacidad o nivel intelectual. Así, por ejemplo, no se prescribe la misma actitud ante la vida para un hombre que para una mujer, como tampoco se exigen las mismas virtudes o cualidades, ni se exigen con igual rigor, a un individuo con escasas dotes y a un ser especialmente inteligente, capaz de percibir las cosas con mayor claridad y penetración. De forma semejante, la norma de vida válida para un monje resulta inadecuada para un padre de familia, al igual que no pueden aplicarse los mismos criterios a un contemplativo y a un hombre inclinado a la acción. El estilo existencial de la casta sacerdotal ha de ser, por fuerza, diferente del que resulta característico de la casta guerrera o de la mercantil. Con todo, no puede desconocerse que esa múltiple y plural constelación de formas de vida tiene en común un núcleo de principios fundamentales, que es precisamente lo que les hace pertenecer a un mismo mundo espiritual, presentándolas como partícipes de un mismo arquetipo cultural y como variantes de una misma forma de vida: la cultura y la forma de vida tradicionales. Es la coincidencia en unas normas básicas comunes lo que, al mismo tiempo que une y hermana entre sí todas esas formas de vida, tan diversas, por otra parte las contrapone sin paliativos al modo de vida imperante en el mundo moderno, profano y antitradicional.

Resulta, pues, legítimo hablar de una forma tradicional de vida, de la cual las diversas variantes a que hemos aludido no serían sino expresiones o modulaciones particulares. Las diversas formas tradicionales de vida son, en efecto, adaptaciones de la Vida normativa y esencial de la Tradición, al igual que las distintas tradiciones se perfilan como expresiones adecuadas a las diferentes condiciones humanas de la Verdad eterna, una y única. Es este modo de vida normativa y esencial, subyacente a todas las culturas tradicionales, lo que vamos a intentar bosquejar aquí en sus líneas maestras y con un lenguaje lo más asequible y escueto posible, sin tecnicismos, erudiciones ni florituras literarias. Y lo haremos, claro está, sin perder nunca de vista que nuestras palabras van dirigidas a personas cuya vida se desenvuelve preferentemente o de forma predominante en el mundo de la acción, y que han nacido y crecido en un ambiente refractario a las realidades y fuerzas, de naturaleza espiritual, que configuran tal modo de vida, como ocurre con la moderna civilización occidental.

En aras a la claridad, procuraré hacerlo de una manera esquemática, casi telegráfica, destacando varios puntos que me parecen especialmente importantes, aunque serán inevitables ciertas repeticiones o reiteraciones, dado lo entrelazados que se hallan entre sí los diversos aspectos analizados. Estas repeticiones ponen en evidencia hasta que punto tiene coherencia y unidad la forma tradicional de vida. Como nota o elementos fundamentales de la actitud tradicional ante la vida cabría destacar las siguientes:

1.- Asentar la vida en auténticos principios. Guiarse por la Verdad, elegir como base y cimiento de la propia vida los principios inmutables de la Tradición o Sabiduría universal. Completo acatamiento de la doctrina tradicional: tener siempre presentes sus enseñanzas y seguir sus orientaciones; conformar la totalidad de nuestra existencia a sus directrices y consejos. Supeditar a la Norma impersonal de la doctrina -que es el criterio de la pura objetividad- todos nuestros criterios, juicios, opiniones, tendencias, impulsos y actos, reduciendo a la mínima expresión, o mejor aún, erradicando por completo, el capricho y la arbitrariedad, la manía de originalidad y de independencia individual, el afán de protagonismo, el criticismo racionalista o sentimental y cualquier otra manifestación del individualismo.

La vida del hombre tradicional se distingue, ante todo, de la del hombre moderno, por este criterio doctrinal, por esta sumisión a la verdad y a los principios: mientras la vida del primero se halla inspirada por entero en una doctrina que orienta, ordena y da sentido a todos los aspectos de su existencia (una auténtica doctrina: sagrada, sapiencial, supra-humana, de origen trascendente, situada por encima de los criterios y las opiniones individuales), la del último se desarrolla con independencia de cualquier orientación doctrinal, al margen de toda doctrina, ignorando incluso lo que esta palabra significa. Careciendo de una pauta normativa que guíe su vida, el hombre moderno vive a su antojo, hace lo que le da la gana. El hombre tradicional, en cambio, vive como es debido, hace no lo que le apetece o le place, sino lo que es correcto, lo que es justo y necesario. Su comportamiento se ajusta a la Norma, y por eso puede ser calificado de normal, en la plena y genuina acepción de la palabra. Su manera de pensar, de hablar y de obrar se desarrolla con normalidad, en contraposición a la anormalidad del vivir moderno, completamente desorientado y desnortado en su radical anomia (ausencia de nomos, de ley o norma). Todo esto supone, evidentemente, un esfuerzo previo de conocimiento y asimilación del contenido doctrinal de la Tradición. Una vez dado este paso, hay que dejar que su mensaje transformador y vivificante penetre de modo natural en las diversas esferas y facetas de nuestra vida, de tal modo que vaya modelando, rectificando y ajustando nuestra misma manera de ser, nuestro modo de ver las cosas y de vernos a nosotros mismos, nuestra forma de comportarnos y de reaccionar ante los acontecimientos.

2.- Sacralizar y ritualizar la propia vida. Hacer que en ella se haga presente con la mayor intensidad posible la dimensión ritual y simbólica que constituye uno de los ingredientes capitales del mundo tradicional (para lo cual se hace imprescindible insertarse en una vía tradicional concreta; es decir, abrazar y seguir alguna de las diversas tradiciones ortodoxas). Rodearse de los ritos y símbolos sagrados de la Tradición, empapando con su luminosa influencia el propio ambiente existencial: el hogar, el recinto de trabajo, la indumentaria, el horario y el ritmo de vida. Procurar que el propio existir adquiera un perfil y un contenido sacrales, con contornos ritualizados y con sentido simbólico, en la medida en que lo permitan las condiciones de vida imperante en la civilización actual y las circunstancias personales de cada cual. Aprovechar, de manera especial, aquellos resortes y técnicas que la cultura sagrada pone a nuestra disposición para abrirnos a lo alto y plasmar en la vida diaria los contenidos de lo sacro: oración, meditación, lectura de textos sagrados, recitación de mantras o fórmulas sagradas (jaculatorias, invocaciones), práctica de mudras o gestos rituales (postraciones, genuflexiones y reverencias, santiguarse, gasho o saludo ritual con las manos unidas), adopción de asanas o posturas correctas. Sacralización de la misma postura, tanto física como mental, que se tenga en cada momento. Revestirse de un hábito o hálito cultural, litúrgico y sacrificial, incorporando al propio vivir esa componente de culto que es consustancial a la auténtica cultura (la palabra “cultura” viene de culto y cultivo: el cultivo de la tierra efectuado con los ritos adecuados, realizando sobre ella un culto que la consagra y la vuelve fecunda). Hacer de nuestra vida entera un acto de culto, un servicio divino.

3.- Unidad, integración y concentración. Buscar lo que nos une, lo que nos unifica y fortalece, lo que nos permite superar la desunión, el conflicto y el desgarro interno, y nos hace ser “un reino unido”, para decirlo con palabras de San Francisco de Sales. Afianzar la unidad en nosotros mismos. Esto -“unión”, “unidad”- es lo que significa la palabra sánscrita Yoga: toda disciplina sagrada es, en realidad, un yoga, una vía de unidad. La del hombre tradicional es una vida entera, íntegra, unida y bien ensamblada, de una pieza. Es un todo armónico, perfectamente trabado, en el que cada parte o parcela se integra orgánica y solidariamente con las demás. Y por eso es una vida plena de sentido. Es la totalidad simbolizada por el círculo, a la que cuadran en su más estricta significación las voces “integridad” y “entereza” (lo que está entero, lo que es “redondo”, completo o consumado). Todo lo contrario que ocurre al hombre moderno, cuya vida se halla desintegrada, escindida, descentrada, formando un informe y caótico conglomerado, sin centro ni eje de unidad.

Hay que practicar y cultivar todo aquello que nos haga ganar en integridad, interioridad, profundidad, elevación, centralidad y armonía. Así, por ejemplo: introspección, reflexión, contemplación, trabajo, estudio, arte, música, silencio, ejercicio físico y mental. Asentar nuestra vida en el orden, en la paz y el sosiego, en la calma y la quietud creadoras. Apartar, por el contrario, lo que nos divide y debilita. Eliminar, o reducir a su mínima expresión, cuanto signifique desintegración, disociación (entre religión y vida, entre teoría y práctica, entre trabajo y arte, entre lo que se dice y lo que se hace), agitación, dispersión, disipación, distracción (el vivir distraídos, no la distracción que supone una sana distensión del ánimo), superficialidad, frivolidad, ruido y desorden. Hay que procurar estar bien centrados. Articular la propia vida en torno a un centro inconmovible. Tener siempre presentes los principios que son el centro de nuestra vida. No estar continuamente mariposeando, yendo de un lado para otro, cambiando de ideas, de proyectos o de actividades. Centrar la atención en una sola cosa, con la duración que haga falta. No aturdirse proponiéndose hacer muchas cosas; no pretender abarcar demasiado, para ganar en calidad e intensidad. Aprovechar cualquier ocasión que se ofrezca para concentrar las propias energías. Elegir como norma la estabilidad y la firmeza. Cultivar las virtudes de la continuidad, el tesón, la paciencia, la tenacidad y la fidelidad como medios para habituarse a concentrar la atención y el esfuerzo durante tiempo prolongado. Ir a lo esencial. Frente a la tendencia actualmente dominante, en que la vida se vuelve superficial, trivial e insustancial, quedando la vida interior asfixiada por la agitación externa, dar primacía a lo interno sobre lo externo y superficial, antepones lo importante y esencial a lo accidental y accesorio. “¡Oh hombre, hazte esencial!”, recomendaba Angelus Silesius.

4.- Rectitud, nobleza, autenticidad y pureza de vida. Mantenerse siempre en el Recto sendero. Vivir en conformidad con la Ley divina, con la Norma eterna, con el Dharma universal. Rectitud en palabras, obras y pensamientos; que la totalidad de la propia existencia se rija por una actitud pura, justa y noble. Esforzarse por hacer siempre el bien y por hacer todo bien: actuar con voluntad de perfección; hacer con primor, esmero y exquisito cuidado cuanto hagamos, dando lo mejor de nosotros mismos. Comportamiento serio y responsable, atenido a lo que la inteligencia y la conciencia nos dictan, que sopese bien las consecuencias de sus propios actos. Ser sumamente cuidadoso en los propios planteamientos intelectuales o mentales: no dejarse embaucar por esa demagogia íntima que tantas veces obnubila la razón. Asegurarse de que nuestras ideas están bien fundadas, se justifican, no son fruto de la arbitrariedad, del capricho o de un arrebato momentáneo. Practicar los valores y virtudes que hacen que la vida sea auténticamente humana y digna de ser vivida: honradez, valentía, fidelidad, lealtad, prudencia, discreción, amabilidad, gratitud, perseverancia, diligencia, laboriosidad.

Asentar la propia vida en el amor a la verdad, en la sinceridad. Evitar la falsedad y la mentira, la doblez y la hipocresía, la traición a la propia norma interior, la colaboración las fuerzas del caos o la rendición a sus incitaciones. No engañarse ni engañar a los demás. Que la verdad guíe nuestra acción, procurando no equivocarnos, no caer en el error ni desviarnos del recto proceder. Que nuestra vida sea íntegra y auténtica, dando preferencia al ser sobre el aparentar.

Esta línea de alta exigencia moral supone nobleza, magnanimidad, grandeza de alma: el ideal helénico e la megalopsychia y el indo-ario del mahatma. Sólo un alma noble se siente atraída por tan noble y excelsa norma de conducta; sólo en un alma grande pueden entrar y tener cabida tan elevados principios; sólo un alma grande y noble puede responder a lo que de ella se pide y a las altas exigencias que plantea el Camino recto. Cultivar esta nobleza es uno de los principales propósitos de la disciplina tradicional.

5.- Vivir en armonía con el ritmo cósmico. Ajustar la propia vida a las leyes eternas de la Naturaleza, expresión de la Voluntad del Creador. El hombre es un cosmos en pequeño, un microcosmos, y ha de regirse por las mismas leyes que regulan el macrocosmos, el grandioso edificio del universo. Esto significa llevar una vida, sana, natural, ordenada, sencilla, sobria y equilibrada, absteniéndose de cualquier cosa que sea antinatural, de todo lo frívolo y superfluo, de lo que no es necesario o es perjudicial, de lo que sea artificio y ficción engañosa (así, por ejemplo, el ingente cúmulo de necedades, necesidades artificiales y problemas inventados que genera la civilización consumista). El orden de la propia vida ha de reflejar el Orden que rige la Creación.

Hay que ordenar la propia vida en todos sus aspectos: la mente, las ideas y los sentimientos, el horario y el calendario, las actividades que se realizan durante el día, las cosas que utilizamos y configuran nuestro ambiente vital. Se impone huir del desorden, de las situaciones caóticas, del lujo y la extravagancia, de lo excesivamente rebuscado o complicado. La naturalidad y la sencillez son el ideal del modo de vida tradicional, pues sólo una vida sencilla, austera y sin excesos puede ser una vida libre y auténtica, en la que arraigue la verdad.

6.- Respeto, cortesía, actitud amorosa y caritativa. Respecto a nosotros mismos y a todo cuanto nos rodea. Consideración reverente y responsable hacia la realidad en todas sus formas de expresión, hacia las leyes de la vida y hacia los seres que comparten con nosotros la existencia. Respeto al orden jerárquico, a la diversidad y a las diferencias cualitativas que configuran el entramado de lo real. Respeto a lo que tenemos por encima, por debajo y a nuestro lado. Respeto al prójimo, a aquellos que con nosotros conviven: respeto a sus inclinaciones y convicciones, a su vocación, a su espacio mental y vital, a su manera de ser y de entender la vida (postura esta que excluye el proselitismo, esa aberración tan característica del Occidente moderno, que le ha llevado a querer imponer su civilización al resto de los pueblos de la tierra).

Trato cortés, atento y amable con todo y con todos. No destruir, despreciar ni desperdiciar ningún bien. No maltratar ni ofender a ninguna de las cosas que tenemos ante nosotros o que utilizamos en la vida diaria. No perjudicar, no atacar, no dañar a nada ni a nadie. No mancillar nuestra propia dignidad ni la dignidad de la Creación. Mantener una actitud de sagrada veneración ante la Naturaleza, manifestación de la Realidad divina. Tratar con delicadeza, con la máxima atención y ternura las personas y los objetos (animales, plantas, cosas inanimadas) que nos acompañan en el peregrinar sobre la tierra, nos sirven como buenos amigos o fieles servidores y nos ayudan a vivir. Comportarse con todo lo existente con la responsable magnanimidad de un rey y con el entrañable afecto de un hermano. Saber cuidar las cosas que nos han sido dadas, que Dios nos ha confiado para poder cumplir nuestro destino y misión. Actitud comprensiva y compasiva hacia todos los seres, empezando por el ser que tenemos más cerca, que somos nosotros mismos: comprensión y compasión hacia mi propia persona; amarme a mí mismo como base para poder amar a los demás (amar y amarme que significa desear el bien para mí y par mi prójimo). El hombre tradicional abraza con su amor a la totalidad de las criaturas, viendo en ellas compañeros de camino e incluso hermanos. El universo entero cabe en su abrazo cordial y redentor, en el que se refleja el amor con que el Creador mira a su Creación y que recibe el nombre de “caridad cósmica”.

7.- Mente abierta, flexible y receptiva. Abertura del ánimo, en actitud de cordialidad, simpatía y empatía con todo cuanto vive. No cerrarse ni anquilosarse. Evitar cualquier forma de rigidez, de fanatismo, de obcecación o cerrazón mental. Conservar el propio espíritu siempre virgen, en un temple de frescor, blandura y flexibilidad que le capacite para dar la respuesta adecuada en cada ocasión y para adaptarse a lo que de él exijan las circunstancias. Estar dispuesto a rectificar o enmendar lo que sea necesario en la propia manera de ser y de actuar, a tenor de indicaciones certeras que se reciban. Actitud receptiva, acogedora, de escucha activa. No estar continua y exclusivamente oyéndose a sí mismo, obsesionado con los propios problemas e intereses. Vivir en continuo y generoso intercambio con cuanto nos rodea. Vivir con las ventanas del corazón abiertas al mensaje que nos llega de las personas y de las cosas. El universo entero es una revelación: a través de todos y cada uno de los hechos de la existencia se nos trasmiten verdades de la mayor trascendencia para nuestra vida espiritual. Cada momento, cada cosa y cada acontecimiento nos trae alguna enseñanza. Hay que colocarse en una disposición de ánimo que nos permita captar ese mensaje, esa voz íntima y secreta, prestos siempre a responder y corresponder como es debido, y a ofrecer ayuda allí donde sea necesario.

Solo en una mente abierta puede entrar la luz de la Verdad. Solo un espíritu totalmente abierto puede asimilar la doctrina tradicional. Por desgracia, el hombre ordinario vive encerrado en sí mismo, enclaustrado en su mundo y con su mente llena de vaciedades y fruslerías que le impiden captar lo realmente importante.

8.- Centralidad, equilibrio y mesura. El ritmo y la medida son los criterios existenciales del hombre tradicional, cuya vida se haya conformada por una aritmética y geometría sagradas. Mesura en todo: en el comer, en el beber, en el dormir y el descansar, en el pensar y el hablar, en el trabajar y el divertirse. Es el sé stesso misura (“se mide o mesura a sí mismo”) con que Dante define el comportamiento y estilo vital del hombre de bien (Purg. XVII, 98). Vida bien templada, sin los rigores de la frialdad o acaloramiento que suelen atormentar a los seres humanos: lejos tanto de frialdades glaciares, que hielan y endurecen el corazón, como de ardores abrasantes, que perturban la paz interior y arrasan cual violento incendio los campos del alma. Temperancia y moderación que eviten exageraciones y desviaciones dañinas, violentas intransigencias, radicalismos y rigideces, obsesiones y manías.

Buscar en todo instante el centro de equilibrio: el “Justo Medio”, equidistante del exceso y del defecto, del que habla la doctrina zoroástrica; el “Camino del Medio” de la doctrina budista; el “Centro aureo” postulado por Confucio y la tradición china; la senda simbolizada por el brazo central de la Y pitagórica. “En el centro está la virtud”, afirman al unísono tanto los autores clásicos del mundo grecorromano como los moralistas y místicos cristianos, Imponerse un método, una disciplina, una ascesis que, empleando técnicas perfectamente medidas, actúe como límite creador; una ascesis que no sea ni demasiado tensa ni demasiado relajada, ni excesivamente dura ni excesivamente blanda, distanciada por igual del hedonismo enervante y del ascetismo mortificador o masoquista. Guiarse, en las diversas vicisitudes y circunstancias del vivir cotidiano, por una mesurada austeridad, por una sana frugalidad y una noble sobriedad. Reducir al máximo los deseos, apetencias, aspiraciones y necesidades. Cultivar y fomentar tan sólo las aspiraciones y deseos nobles. Desechar todo lo degradante, lo que nos esclaviza al mundo de los sentidos, lo que acentúa el sentido del ego.

9.- Postura de radical desapego. La Abgeschiedenheit (“distanciamiento”, “apartamiento” o “aislamiento”) de la que habla Meister Eckhart, equivalente a la “pobreza de espíritu” evangélica. No vivir apegado a las cosas, agobiados por tareas y preocupaciones mundanas. No estar pendientes de lo que pasa y de cómo nos van las cosas; no estar movidos por la sed de dinero, de fama o de poder. Desprenderse del afán de poseer y dominar. No aferrarse a nada ni a nadie, de tal forma que no sintamos su perdida o nos desespere su desaparición; pues todo es perecedero y el aferrarse a ello, como si fuera a durar para siempre, no ocasiona sino dolor y pesar. Ánimo desprendido, desnudo, vacío, en radical soledad, con la mirada fija únicamente en lo Eterno. Lo que Eckhart llama “ánimo célibe” (lediges Gemüt); la “bondad indiferente” de Tertuliano, la “santa indiferencia” de los místicos españoles; el “soltar presa” que enseña el Zen. Ser pobre en medio de las riquezas: poseer las cosas con si no se poseyeran; no desearlas si no se poseen. Vaciarnos de todo: desprendernos de los impedimentos con que nos complicamos la vida y descargarnos del pesado e inútil bagaje que solemos acumular sobre nuestra alma.

La soledad interior como medio formativo y recurso liberador, como requisito para la inspiración y como base de la auténtica comunidad, no la soledad negativa, como aislamiento individualista e insolidario, como síntoma y amargo fruto del desamor. Un vivir solitario que es al mismo tiempo radicalmente solidario, pues está animado por el amor, nutriéndose de la Fuente del Amor eterno. Sólo con este desapego interior puede el hombre alcanzar la perfecta libertad; pues gracias a él consigue liberarse de sí mismo y de todo cuanto le rodea: ya no se ve afectado por los acontecimientos; los contratiempos no hacen mella en su ánimo, permanece siempre idéntico e impasible. Se instala en un estado de ecuanimidad, de equidad anímica o igualdad de ánimo (“la santa igualdad de ánimo”, que decía San Francisco de Sales). Sabe contemplar con un temple sereno la buena y la mala fortuna, el éxito y el fracaso, la alabanza y la censura.

10.- Eliminación del egoísmo. Extirpar cualquier tendencia egocéntrica y egolátrica. “El ego es el infierno”, repiten insistentemente los místicos cristianos, hindúes, musulmanes y budistas. El camino de la libertad pasa por el sometimiento y aniquilación del ego. Es el camino de la abnegación y del anonadamiento (el self-naughting de la mística inglesa). Ser nada para serlo todo. Hemos de vivir en un estado de completa sumisión a la Voluntad divina, ofreciendo a Dios todo cuanto hagamos o poseamos y aceptando todo cuanto él nos envíe. La voluntad propia debe borrarse para dejar paso a la Voluntad de Dios. En la vida cotidiana hay que mantener una postura de desconfianza y distancia hacia el propio yo: hacia todo lo que de él surja (emociones, opiniones, juicios, apetencias, preocupaciones, dudas, temores). Nuestro peor enemigo está dentro de nosotros: es nuestro ego, nuestro yo. De él provienen todos nuestros problemas. Este es el adversario que hemos de vencer si queremos que despierte y se afirme nuestra realidad espiritual.

Desprenderse de la noción de “yo y lo mío”, que de ordinario condiciona nuestra actuación y nuestro pensamiento a lo largo del día. Procurar vivir en un estado de anonimato, como si no fuéramos nada ni nadie. Como paso previo, ya que este nivel de total anulación del ego es sumamente difícil, convendrá que el ego adopte una actitud servicial, poniéndolo al servicio de la Verdad y haciendo que se considere servidor de Dios y del prójimo, con lo cual se irá depurando hasta que llegue a esfumarse casi por completo. Para liberarnos del egoísmo disponemos disponemos de un doble antídoto: la humildad y la generosidad. La humildad nos hace reconocer que somos muy poca cosa, que estamos llenos de debilidades y limitaciones, que somos falibles y corruptibles, y que todo cuanto tenemos lo debemos. La generosidad nos lleva a reconocer la valía y grandeza fuera de nosotros, a admirar lo que nos supera y a subordinarnos a ello, a entregarnos a lo grande y noble, a dar con liberalidad (prefiriendo dar a recibir) y a pensar en los demás antes que en nosotros. Operando conjuntamente, humildad y generosidad nos impulsan a buscar por encima de todo el bien, la verdad y la belleza, al tiempo que nos permiten someternos con facilidad y sin problemas a lo que por naturaleza estamos sometidos.

11.- Acción pura y desinteresada, realizada con sentido sacrificial. Hacer aquello que debe ser hecho sin preocuparse por las consecuencias que de ello se puedan derivar para nuestra persona. Cumplir el propio deber, con independencia del agrado o disgusto que nos ocasione la tarea a realizar y sin consideración al éxito o fracaso, a los buenos o malos resultados que se puedan conseguir, al aplauso o la crítica con que sean acogidos nuestro proceder y obra realizada. A la hora de emprender una actividad, no tener en cuenta las perspectivas de triunfo o derrota, de ganancia o pérdida, de premio o castigo, sino tan sólo la rectitud y conveniencia de la acción a realizar. Es el ideal del Karma Yoga de la tradición hindú: la acción desvinculada de los frutos, efectuada con total desprendimiento y ofrendada a Dios, sabiendo que él es el verdadero Hacedor, que nosotros sólo somos sus instrumentos.

Hacer bien las cosas no porque se nos vaya a premiar nuestra buena conducta, sino por amor al bien. Abstenerse de hacer el mal no porque uno vaya a ser castigado, sino por espontáneo y radical rechazo del mal como algo contrario a nuestra naturaleza. Vivir la acción como sacrificio, en la significación etimológica de la palabra: sacer facere=”Hacer Sacro” . Inmolar el ego en el altar de dicho sacrificio, hacer que se consuma en las llamas de ese fuego sagrado. Obrar con total desapego, sin ego, sin la noción “yo soy el que hace”, sin pensar que voy a obtener esto o aquello, que hay un sujeto que va a ser derrotado o va a salir vencedor. Realizar a conciencia, incluso con ilusión y entusiasmo, las tareas que nos correspondan, esforzándonos por que la nuestra sea una obra bien hecha. En los combates que haya que emprender, luchar con el mayor ímpetu por alcanzar la victoria, pero sin obsesionarnos con ella y sin temer tampoco la derrota. Perder y ganar con el mismo buen ánimo, como el buen deportista. Actuar, trabajar y combatir con espíritu deportivo. Actitud lúdica ante la vida, participando gozosamente en la Danza y el Juego de Dios, lo que los hindúes llaman el Lila divino.

12.- Vivir en perpetuo estado de alerta interior. Mantener una permanente actitud de atención y vigilancia (el sati budista). Estar siempre despiertos, atentos a lo que pasa dentro y fuera de nosotros. Ser en todo momento conscientes de lo que hacemos, pensamos y decimos; mantener bajo atenta observación los movimientos de nuestro cuerpo, nuestros impulsos y motivaciones, las conmociones que tienen lugar en nuestra alma. Darse cuenta cabal de la realidad en que vivimos inmersos, percibiendo con nitidez hasta sus más ínfimos detalles. Visión circular capaz de hacerse cargo de la totalidad de la situación ya la que nada pase inadvertido.

No vivir distraídos, despistados o atontados, dormidos o aletargados, sumidos inconscientemente en el puro devenir horizontal, como muertos en vida, como zombis o robots con apariencia humana. No permitir que nuestra mente funcione a base de automatismos y reacciones inducidas, como si fuéramos entes teledirigidos manipulados por quienes detentan los poderosos medios de comunicación de la moderna sociedad de masas. No dejar que la existencia vaya discurriendo sin apercibirnos del hondo misterio que encierra, sino justo lo contrario: despertar a la vida y estar siempre en guardia manteniendo la postura erguida y acechante del centinela que vela el tesoro de la ciudad interior. Es esta una actitud indispensable para el conocimiento de sí mismo y del mundo. Y es asimismo la única vía posible para conseguir la sumisión del ego, en lugar de ser él quien nos someta y esclavice.

13.- Vivencia del instante presente. Entrega íntegra y total a la acción del momento. Concentrarse en lo que uno hace en cada instante, con completo olvido de todo lo demás. Vivir de lleno, limpia e intensamente en el “aquí y ahora”. No estar pendiente de lo que fue o de lo que será, de lo que ha pasado ayer o de lo que puede pasar mañana. No dejar que nos invada la preocupación por el futuro ni el lamento o el remordimiento por lo ya acontecido. Identificarse con el quehacer actual, fundirse con la tarea que tenemos entre manos, sea ésta la que sea. Poner todo nuestro ser en aquello que hacemos , ya sea comer o trabajar, meditar o caminar, rezar o descansar, hablar con un amigo o contemplar una obra de arte. Consagrarnos a ello en cuerpo y alma, con todos nuestros sentidos, como si nos fuera en ello la vida (que realmente nos va en ello), como si de los más vital y trascendente se tratara, viviéndolo como algo sagrado. Fundirnos con lo real, con lo que es -es decir, con lo que ante nosotros aparee como dado en este momento-, en vez de estar contínuamente pensando en lo que podría ser o nos gustaría que fuese, lamentando no poder estar en tal o cual sitio y echando de menos esta o aquella actividad más grata y apetecible que podríamos estar haciendo ahora. De este modo la vida queda anclada en el Eterno Presente, en el Ahora supremo en el que resplandece la Presencia de Dios.

La vivencia del presente exige también no perder el tiempo; saber aprovechar cada pequeña parcela de ese bien tan valioso e irrecuperable que la Providencia pone a nuestra disposición; no permitir que el tiempo pase indolentemente; no dejar que se esfume desaprovechado o desapercibido ni un solo minuto de nuestro existir cotidiano. Todo lo contrario de esa actitud que se resume en la locución “matar el tiempo”. Matar el tiempo es matarse poco a poco. Perder el tiempo es perder la vida, suicidarse lentamente. Sólo quien emplea bien su tiempo en buenas acciones, plenas de contenido, salva su vida, la hace provechosa y le da sentido.

14.- Esfuerzo heroico y voluntad combativa. Para vivir la vida como es debido hace falta tensión afirmadora, espíritu de lucha, energía interior, fuerza y tenacidad, virilidad espiritual (la virya indo-aria, la virtus romana, la areté helénica). Esfuerzo sostenido con persistencia, exigencia y rigor, acción continuamente orientada a la perfección. Trabajar y trabajarse sin cesar. Desconfiar de todo lo que sea pasividad, abandono, inercia, ociosidad, somnolencia, abulia, desidia, dejarse llevar. Empeño y resolución para realizar el propio destino, para llevar a cabo la misión única e intransferible que nos ha sido encomendada en esta vida, para modelarnos y perfeccionarnos, para avanzar en el sendero de la Liberación y la Iluminación. Coraje y determinación para vencer todas las dificultades que se interpongan en nuestro camino. Y sobre todo tesón y perseverancia en la consecución del objetivo propuesto y en la práctica de la disciplina elegida. no desanimarse por los fallos y errores que se cometan; no rendirse ante la constatación de la propia debilidad. Lucha implacable contra las potencias del caos y de las tinieblas, dondequiera que se insinúe su presencia, y de un modo especial en el terreno que más nos concierne y que tenemos más próximo: en su proyección dentro de nuestro propio ser. Dicho con otras palabras: guerra sin cuartel contra el dragón que se oculta en la caverna de la propia individualidad. Es lo que la doctrina tradicional designa con el nombre de “gran guerra santa”. La vida ha de ser vivida como un combate al servicio de Dios, como una lucha sagrada por el triunfo de las fuerzas del orden y la luz. “Milicia es la vida del hombre sobre la tierra”, dice la Biblia.

15.- Autodominio y señoría de sí mismo. Imperio sobre la propia individualidad. Lo que Lao-Tse llama “conquistar y conservar el Imperio”. Ser dueño y señor del propio mundo psíquico y mental, de las propias reacciones y emociones. No dejarse llevar por los sentimientos; no permitir que la propia irracionalidad nos maneje y nos dicte la manera de pensar, de hablar y de actuar. No enajenar ni alienar nuestra vida interior. Vivir desde uno mismo, y no desde instancias externas, a impulsos de resortes ajenos. No estar a merced de lo que ocurra en nosotros o en torno nuestro; no estar sujeto a los vaivenes que pueda experimentar el alma. Dominar las pasiones, en vez de dejar que sean ellas las que nos dominen. Poseer las cosas en vez de ser poseído por ellas. Que nada pueda mandar sobre nosotros, esclavizarnos o sojuzgarnos. Que le propio mundo personal sea semejante a un imperio o reino bien regido, sin rebeldías ni insubordinaciones ilegítimas, obediente a la Ley del Cielo. Un imperio fuerte y poderoso, pero al mismo tiempo benigno, suave, humano, flexible. Que la propia vida se organice como una comunidad rectamente ordenada, articulada con arreglo a la justicia y de acuerdo a la correcta jerarquía, con un principio dominador firmemente asentado en el propio centro. Que la realidad espiritual, el Yo superior, mande como rey sobre le plano de lo físico y psíquico, sobre el yo inferior, efímero y contingente. Sólo sobre esta base es posible la verdadera libertad. Ser libre es dominarse, ser dueño de sí, ejercer un control inteligente, justo y sereno sobre el propio ser, sometiéndolo a los dictados de la inteligencia y de la Norma espiritual -sometiéndolo, no tiranizándolo-.

16.- Claridad, lucidez, racionalidad. Comportamiento lógico y racional, animado por el logos ordenador, por la razón clarificadora y desbrozadora de las sombras que suelen adueñarse del alma. Mantener en todo instante un estado de claridad mental, de luminosidad intelectual, de lúcido discernimiento. No tolerar que la propia mirada se vea nublada por el error o la ignorancia (la avidya de la doctrina budista y vedantina, la ceguera espiritual). Impedir que el elemento irracional determine los criterios rectores de nuestra vida. Moverse en un permanente clima de inteligencia y sensatez: que en el propio mundo psíquico impere la luz y que en él no se ponga nunca el sol de la cordura.

Mantenerse alejado de la insensatez, la torpeza física y mental. Huir de todo lo que sea confusión, ofuscación, ideas poco claras, sentimentalismo (predominio de lo sentimental, el sentimiento como criterio y regla de vida), oscuro misticismo, sugestiones colectivas, gregarismo y fenómenos de masas, manipulación de los estratos subconscientes de nuestra psique (cosas todas ellas que están a la orden del día en los tiempos que corren). Evitar cualquier clase de intoxicaciones, adicciones o espasmos emotivos que ofusquen y ensombrezcan nuestra mente, que disminuyan nuestra consciencia, que rebajen nuestra lucidez intelectual y nuestra fuerza volitiva. No consumir drogas, narcóticos o productos alucinógenos, que adormezcan o inhiban nuestra capacidad de acción y reacción, que nos hundan en la penumbra o siembren en nuestra alma la desidia o la impotencia. No abusar de las sustancias calmantes y estimulantes, en las que el hombre moderno tiende a confiar ciegamente, delegando en ellas el control de su vida. Evitar que haga presa en nosotros las técnicas de envilecimiento, de condicionamiento de la mente y de amaestramiento colectivo que tan enorme desarrollo han adquirido en la civilización moderna. Al hablar de la necesidad de evitar las drogas, esto incluye también aquellos productos intoxicantes más sutiles, que podríamos calificar de drogas culturales, psíquicas o mentales, con las que se nos bombardea sin cesar y que forman parte del lavado de cerebro y de carácter a que se ve sometido el hombre de hoy.

17.- Actitud profundamente objetiva y realista. No desvirtuar, tergiversar, distorsionar ni violentar la realidad. Ver las cosas tal como son, y no pretender verlas como quisiéramos que fueran, proyectando sobre ellas nuestro subjetivismo deformante. Conservar una postura de central imparcialidad, de impersonal objetividad, que excluye no sólo cualquier actitud partidista o sectaria, sino también el ilegítimo aferramiento a preferencias individuales, el teñir la realidad con el color de los propios deseos o el encastillamiento en enfoques parciales. Normas básicas a tener en cuenta son aquí: el no engañarse con las propias construcciones mentales o mediante ingeniosos malabarismos dialécticos; el aceptar la realidad en toda su desnudez, en vez de sacrificarla o supeditarla a los propios gustos, apetencias o manías; saber captar la verdad objetiva, sin deformaciones interesadas; anteponer la verdad a cualquier otra consideración y acostumbrarse a preferir la verdad pura y simple a cualquier interpretación edulcorada de los hechos. Es necesario, sobre todo, mantener una actitud imparcial y neutral ante nuestra propia vida anímica: ante nuestras alteraciones emocionales, ante los altos y bajos que pueda experimentar nuestra alma, ante el impacto del placer o del sufrimiento, ante las consecuencias afirmadoras o negadoras del yo que traigan consigo los acontecimientos. Sólo así podremos dejar de vernos zarandeados por las conmociones del psiquismo.

18.- Aceptación, confianza y alegría. Alegre y serena aceptación de lo que ocurre, de todo aquello que la vida nos trae, viendo en ello algo que Dios nos envía para nuestro propio perfeccionamiento. Gozosa afirmación de la vida, con todos sus bienes y pesares, considerada como un don de Dios que hay que saber aprovechar para hacer rendir los talentos que se nos han dado. Y al mismo tiempo, tranquila aceptación de la muerte, mirada cara a cara, sin rechazo ni temor. Confiar en la Providencia divina, en la Ley sabia y amorosa que rige el orden cósmico. Conformidad con el propio destino, con la propia suerte y condición (el propio karma), sabiendo que nada es casual, que todo tiene su sentido, pues descansa en una profunda lógica y obedece a leyes precisas que rebasan nuestra comprensión. No quejarse ni caer en el pesimismo. No caer tampoco en un ciego fanatismo, sino actuar con energía cuando se trata de enmendar una situación deplorable o indeseable. Ver las cosas por el lado bueno y positivo. Saber extraer lo mejor de las experiencias, como la abeja que saca la miel de las flores amargas.

Fidelidad al svadharma, a la ley o norma del propio ser, a la norma que rige nuestra naturaleza personal y nos señala nuestro destino. Lejos de hallarse movido por la ambición, por el afán competitivo, por la obsesión de progreso y ascenso en la escala social (la absurda manía de ser o aparentar ser más que los demás o, cuando menos, de igualarse al que está por encima), el hombre tradicional no anhela otra cosa que estar en el propio puesto, aquél que corresponde a su propia naturaleza, a su más íntima vocación, a sus cualidades, aptitudes y méritos. No hay nada más alejado de la norma tradicional que la insatisfacción, la agresividad, el perpetuo descontento, la envidia y el resentimiento, actitudes malsanas que son fomentadas y atizadas por la moderna civilización del igualitarismo y el consumismo. Una vez más, naturalidad, rectitud, autenticidad y sencillez. El hombre tradicional vive conectado a las fuentes de la alegría (el Ananda o Gozo divino). Por eso es inasequible a las potencias abisales que entenebrecen la existencia humana y extienden sobre ella el negro velo de la tristeza, que es el peor veneno del alma. Vive contento con lo que es y lo que tiene. No se rinde jamás a la amargura, la angustia o la apatía. Su temple vital se caracteriza por la simpatía, el sentido del humor y una jubilosa ingenuidad. La sabiduría se compadece mal con estados del alma como la irritación, la melancolía, la adustez, el desabrimiento y el malhumor; es risueña y jovial, como lo prueba la sonrisa que resplandece en el rostro del Hombre divino, sabio o liberado (Cristo, buddha, Lao-Tse, Ramana Maharshi). También en este punto su forma de vivir se presenta en abismal contraste con la del hombre moderno, cuya vida es triste y angustiada, insípida y monótona, aburrida y sombría, amenazada por la depresión y la náusea vital, lo que le lleva a buscar la evasión en paraísos artificiales, tan lúgubres como penosos y esclavizadores.

19.- Llenar la vida de belleza y poesía. Vivir con sentido poético; esto es, con sabiduría y amor, proyectando luz sobre las cosas, descubriendo las profundas riquezas que encierra la vida. Moverse y mirar el mundo con vocación creadora y armonizadora, con una visión de totalidad, incorporando al propio vivir la fuerza renovadora que en sí contiene la poesía. Hacer de nuestra propia vida una obra de arte, una realidad bella, armónica y bien formada, en la que se realice de forma efectiva la síntesis de aquellas tres cualidades del Ser -el bien, la verdad y la belleza- puestas de relieve por la filosofía platónica. Incorporar la elegancia, la finura y la delicadeza a las diversas manifestaciones que configuran nuestra existencia cotidiana.

La cultura tradicional se halla bañada en un mar de poesía y belleza. Todo en ella es bello y va envuelto en un delicado aliento poético: desde los textos sagrados a la arquitectura de los templos, desde los símbolos de los utensilios que es usan en la actividad diaria, desde el vestuario a las formas de vida. A diferencia de lo que ocurre en la moderna civilización industrial, donde el arte es algo separado de la vida cotidiana, reservado a una minoría de individuos privilegiados y ociosos, en la cultura tradicional todo hombre es un artista y un poeta: todo lo que hace tiene un valor poético y artístico; va creando arte y poesía a medida que vive. Si la belleza es el resplandor de la verdad, una vida que esté enraizada e inspirada en la verdad será una vida bella, de la misma forma que quien da la espalda a la verdad o la desprecia estará condenado por fuerza a penar bajo el error y el horror, cayendo en una existencia fea y deforme. La vida del hombre tradicional , lo que es tanto como decir del hombre normal, se halla en las antípodas de la vida prosaica del hombre moderno, una vida gris y opaca, que se ve asfixiada por la fealdad y la insustancialidad, abrumada por enormes monstruosidades de toda índole.

20.- Disciplinar el cuerpo y la mente. Ejercitar el cuerpo, para fortalecerlo, endurecerlo y darle flexibilidad y resistencia. Saber aprovechar todas sus energías y desarrollar todas sus potencialidades, de tal modo que se convierta en un firme apoyo para la obra de elevación y realización espiritual. No olvidar nunca que la meta a alcanzar es el desarrollo integral, armónico y equilibrado de la persona. La doctrina tradicional -distante por completo de aquellas aberrantes corrientes espiritualistas que creen ver un irreductible antagonismo entre espíritu y materia, entre alma y cuerpo, mirando con desprecio este último- valora con especial énfasis el ejercicio físico y el cultivo de la realidad corporal del ser humano, actitud que tiene su fundamento doctrinal en la consideración de lo sensible como manifestación de la realidad espiritual y en la estrecha conexión existente entre cuerpo, alma y espíritu. Prueba de ello es la importancia que en la cultura tradicional adquieren el trabajo manual, la artesanía, el canto y la danza, el deporte como acción sacral (los juego griegos, las artes marciales orientales, el Hatha-Yoga). La música y la gimnasia son las dos palancas propuestas por Platón para la formación del hombre ideal (yendo comprendida en la noción griega de “música” también la poesía). Cabría recordar asimismo el importante papel que en las técnicas iniciáticas desempeñan la postura corporal, el mismo ritmo de la respiración o la concentración en determinadas zonas del cuerpo. En la doctrina cristiana el cuerpo humano es concebido como “templo vivo del Espíritu Santo”, de la misma forma que el universo se revela como cuerpo y templo de Dios.

Más importante aún que la disciplina del cuerpo, es la disciplina de la mente. Somos lo que pensamos. De como funcione nuestra mente, depende cómo sea nuestra vida. La mente es lo mejor y lo peor que tiene el hombre: lo mejor, cuando está controlada, cuando ha sido afinada y depurada; lo peor, cuando campa por sus respectos y se agita desbocada, sin control ni freno alguno. Hay que someter y purificar la mente para que se vuelva flexible, transparente y permeable a la influencia del espíritu. Entonces funcionará de manera correcta, convirtiéndose en un espejo que refleja la luz de la Mente divina. En realidad, el adiestramiento y fortalecimiento del cuerpo ha de cooperar a esta labor de catarsis mental, tal y como lo expresa el viejo adagio latino mens sana in corpore sano.

21.- Conciencia de la Presencia divina. Hay que recordar sin cesar, tener viva en la mente, como un dato de la más palpitante evidencia, la idea de que la Divinidad se halla presente en el centro de nuestro ser y en el mundo en que vivimos, en todo cuanto nos rodea. Lo Absoluto no es algo extraño y distante, sino una realidad omnipresente; presente en el universo entero y en lo más íntimo de nosotros mismos.

Tener conciencia de la Presencia divina significa ser consciente de que Dios es la raíz misma de nuestra vida, que sin él nada podemos y que a él pertenece todo cuanto somos, cuanto tenemos y cuanto hacemos. Conservar siempre vivo en nuestro espíritu el recuerdo de Dios e invocar en todo instante su Nombre. Vivir con la convicción de que el Ser supremo está más cerca de nosotros que nosotros mismos y que la Fuerza divina es lo que actúa en, por y a través de nosotros. Ver a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios. Sentir la Divinidad en todas partes y en todo momento; pues no hay nada que exista fuera del Espíritu, no siendo la existencia universal sino la manifestación de la Realidad absoluta, la expresión de la Verdad última (la Deidad, el Tao, el Brahman, la Budeidad o Naturaleza-Buddha, según la designación que recibe el Principio supremo en las diversas tradiciones).

La repetición continua del Nombre divino (el dhikr islámico, el japa hindú, el nembutsu budista, la “oración de Jesús” o la invocación del Sagrado Corazón cristianas) es el método empleado en todas las tradiciones para permitir al individuo concentrarse en la Presencia inefable y mantener vivo el recuerdo de lo Eterno. En entero edificio tradicional, con la forma de vida correspondiente, descansa en este recuerdo que nos devuelve la memoria de lo que somos y nos remite al Origen y el Fin de nuestra vida, indicándonos de dónde venimos y adónde vamos.

Extraído de Página Transversal:
https://paginatransversal.wordpress.com/2013/02/13/el-modo-de-vida-tradicional/