miércoles, 17 de agosto de 2016

El cristiano es un eterno escéptico

¿Puede algún hombre ser leal, siendo desleal consigo mismo? ¿Puede algún hombre ser grande, siendo consumido por el deseo de retornar al polvo? ¿Puede algún hombre ser fuerte, amando la debilidad? ¿Puede algún hombre ser orgulloso, deambulando a lo largo de la humildad? ¿Puede algún hombre ser puro, si se considera nacido en pecado? ¿Y puede algún hombre llevar al Creador en su alma, despreciando la supuesta Creación divina?. 

¡Qué Dios tan extraño tienen ustedes los cristianos, que los creó erguidos pero les ordena que se arrastren hacia él sobre vuestras rodillas!. 

Nosotros los paganos no le rogamos a nuestro Creador; eso sería un insulto a la divinidad en nuestras almas. 

Ni tampoco nosotros los paganos nos dirigimos a nuestro Dios para quejarnos. No proclamamos ante el mundo nuestros fracasos y menos ante él. Procuramos vencer nuestros errores y superarnos a nosotros mismos. 

Nuestro camino no es queja sino enfado ―y ante todo, la cólera contra nosotros mismos. Tampoco nos arrepentimos, nosotros los paganos, porque no podemos ser cobardes; tenemos el coraje para defender nuestras acciones. 

¿Por qué ustedes los cristianos hicieron del nombre "pagano" un insulto? Ustedes no deberían vender de puerta en puerta su mezquindad en las calles, ya que esto permite a la gente ver que el amor que a ustedes se les ordena que muestren está ligado con el odio, y que el perdón que su religión requiere de ustedes está cargado con su deseo de venganza. Sólo los envidiosos se inclinan a los insultos. Vemos vuestra envidia y estamos avergonzados por vosotros, ya que muchos sois todavía hermanos de nuestra sangre. 

Hubo un tiempo en que era una desgracia ser un cristiano. Pero entonces empezásteis a conquistar a las masas, y de esa manera fuísteis capaces de dar la vuelta a las mesas y hacer de la virtud una desgracia. Luego ustedes nos etiquetaron como "extraños" y nos llamaron "paganos". Hemos permanecido "extraños", a pesar de sus insultos. Nunca seremos una masa o un rebaño. ¿Sabían ustedes que hay, también, entre vosotros, muchos que son "extraños" como nosotros? ¿Por qué no arrojan lejos los harapos de mendigo que cubren las nobles vestimentas de vuestra virilidad?. 

¿Están ustedes avergonzados de ser "extraños"? ¿Temerosos de ser llamados "paganos"? Cuando ustedes los cristianos hayan terminado de sepultar a su dios en el cielo... Vengan con nosotros; nosotros los paganos les mostraremos otra vez al Creador. Y no piensen que ya hemos saldado cuentas con ustedes -los cristianos-. Pesamos silenciosamente, pero no pesamos con pesos falsos. 

No engañamos al dios que está en nosotros, puesto que no nos engañamos a nosotros mismos. Y como hemos sopesado justamente, por lo que hemos estimado, entonces seríamos considerados con justicia por Dios en cuanto a nuestras almas. Usted ve, no nos arrepentimos, ya que no tenemos nada de qué arrepentirnos. Nuestra valía no carece de nada. Hemos mantenido y preservado nuestro valor entero. ¡Y ahora ustedes tienen que sopesar!. Y cuando ustedes hayan pesado, calculado y evaluado, pregunten a sus espíritus cuánto han perdido. 

El pequeño hombre odia lo que es superior a él, mientras que el gran hombre lo admira. El pequeño hombre se compadece de lo que está bajo él, mientras que el gran hombre lo desdeña, si es que merece su desprecio, o lo ayuda -si merece tal ayuda-. 

Allí en su cuna está mi hijo, acercándose alegremente hacia los retratos de sus antepasados en la pared. Este diminuto y risueño bulto de vida es el siguiente paso del futuro de mi raza. Yo era el último paso. Él es el siguiente. Y detrás de mí veo el camino de mi raza pasando de nuevo por los milenios distantes hasta que sea atenuado por la niebla del tiempo... Pues las generaciones que vinieron antes de los más antiguos en la pared son, también, reales. El camino entero de mi raza a través del tiempo no lo conozco, pero sé realmente que vivo y que soy sólo un eslabón en la cadena en la cual ningún eslabón debe fallar, mientras mi pueblo viva. De otro modo, yo nunca habría existido. Por generaciones un libro de pergamino anudado ha sido transmitido en nuestra familia. Lo abro e inscribo una página amarillenta para mi hijo: "Tu vida no es de este día y tampoco del día de mañana. Es de los mil años que pasaron antes de ti y de los mil años que vendrán después de ti. Durante los mil años antes de ti, tu sangre fue conservada en forma pura, de modo que tú fueras quien eres. Ahora tú debes preservar tu sangre, de modo que todas las generaciones de los siguientes mil años te honren y te agradezcan". 

Ése es el sentido de la vida: Que la divinidad se despierte en la sangre. ¡Pero la divinidad sólo vive en la sangre con altos indices de pureza!. 

¿De quién he hablado?: ¿De mis ancestros? Ellos son sólo un símbolo del Pueblo del cual soy una parte viva. 

¿A quién he hablado?: ¿A mi hijo? Mi hijo es sólo una parte de mi Pueblo. La sabiduría de mil generaciones duerme en usted. Despiértela y entonces habrás encontrado la llave que abrirá las puertas de tus aspiraciones más verdaderas. Sólo el que se estima a sí mismo es digno de ser un hombre. 

Sólo es un hombre el que lleva el pasado y el futuro vivos en él, pues sólo él es capaz de estar por encima de la hora presente. Y sólo el que es amo del presente es exitoso; él solo es cumplido a cabalidad, como sólo en el cumplimiento está la divinidad. Así lo dice la voz de nuestros Antepasados...

― Este escrito es parte de un Texto atribuido a un tal -Wulf Sörensen- Publicado en 1938 en Alemania―.




  

Extraído de Parabelum: 
https://new.vk.com/parabellumspanien?w=wall-116614656_329

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